Un equipo internacional de científicos, dirigido por la Universidad de California en Santa Bárbara (EE.UU.), ha descubierto la primera evidencia convincente de un nuevo tipo de explosión estelar: una supernova de captura de electrones, comunica esa entidad educativa.
Los investigadores centraron sus esfuerzos en la supernova conocida como ‘SN 2018zd‘, que tenía muchas características inusuales, algunas de las cuales se vieron por primera vez en una estrella en explosión. Esa supernova se produjo a una distancia «relativamente cercana, a solo 31 millones de años luz» de la Tierra, en la galaxia NGC 2146. Esa ‘cercanía’ permitió a los científicos analizar imágenes de archivo tomadas por el Telescopio Espacial Hubble antes y después del surgimiento de SN 2018zd.
Históricamente, las supernovas se han dividido en dos tipos principales: de colapso termonuclear y de núcleo de hierro. La primera es la explosión de una estrella enana blanca después de ganar materia en un sistema estelar binario, mientras que una supernova de colapso del núcleo de hierro ocurre cuando una estrella masiva –más de 10 veces la masa del sol– se queda sin combustible nuclear y su núcleo de hierro colapsa, creando un agujero negro o una estrella de neutrones.
La supernova más famosa del pasado
Entre esos dos tipos de supernovas se encuentran las de captura de electrones. Esta tercera clase de supernova detiene la fusión cuando sus núcleos están hechos de oxígeno, neón y magnesio, pero no son lo suficientemente masivas para crear hierro, detallan los autores del estudio publicado en la revista Nature Astronomy.
En una supernova de captura de electrones, algunos de los electrones del núcleo de oxígeno, neón y magnesio se estrellan contra sus núcleos atómicos, en un proceso llamado captura de electrones. Esta eliminación de electrones hace que el núcleo de la estrella se doble por su propio peso y colapse, lo que resulta en una supernova de captura de electrones.
Este nuevo descubrimiento también arroja luz sobre el misterio de la supernova más famosa del pasado. En el año 1054 en la Vía Láctea ocurrió una supernova (SN 1054) que, según registros chinos y japoneses, era tan brillante que pudo verse durante 23 días y en las noches durante casi dos años antes de convertirse en la nebulosa del Cangrejo. Esta se habría originado por una supernova de captura de electrones.
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