En casi siete décadas en el negocio de la barbería, Luigi Pinzo ha visto a Italia atravesar épocas malas, desde innumerables recesiones hasta asesinatos políticos, pero fue necesario que llegara el coronavirus para obligarlo a colgar sus tijeras.
Pinzo tiene 80 años. Comenzó a trabajar en una peluquería cuando tenía 12 años, barriendo los pisos y cepillando las chaquetas de los clientes, antes abrir su propia barbería en un barrio acomodado de Roma en 1977.
Con una lista de clientes leales, el negocio de Pinzo prosperaba hasta febrero cuando llegó el COVID-19, manteniendo alejados a sus clientes e instalando el miedo al contagio.
“La gente se queda en casa y estoy trabajando mucho menos, luego está el miedo. Dada mi edad, me preocupa que pueda contraer este virus en cualquier momento”, dijo Pinzo, vistiendo su chaqueta verde lima característica. “Es triste, pero así es”, agregó.
La asociación empresarial Confcommercio estima que hasta el 40% de las tiendas de Roma se han visto obligadas a cerrar por la pandemia, dejando las calles salpicadas de vidrieras vacías.
El pequeño negocio de Pinzo, llamado “Luigi”, sufrió el golpe final el 31 de octubre. Antes de eso, la barbería apenas había cambiado a lo largo de las décadas, luciendo tres sillas de cuero pulido y una colección de colonias guardadas en una vitrina de vidrio.
El lugar exhibe orgulloso en la pared un certificado entregado por el presidente de Italia en 1993, que declara a Pinzo Caballero de la República en reconocimiento a su larga y exitosa carrera, uno de los más altos honores otorgados por el estado.
“No conozco a ningún otro barbero en Roma que se haya mantenido como yo durante 68 años”, dijo Pinzo, quien comenzó a trabajar de niño en el centro de Italia antes de mudarse a Roma cuando tenía 16 años. “Siempre fui muy ambicioso. “Siempre estaba buscando mejorar”, contó.
“La profesión ha perdido su alma. Se ha vuelto mecánica”, dijo. “Cuando llega un cliente, hay que estudiarlo, ver cómo se viste, cómo está y luego hacer el corte de pelo adecuado para él. Es un arte, pero se está extinguiendo”, concluyó.
Reuters
En casi siete décadas en el negocio de la barbería, Luigi Pinzo ha visto a Italia atravesar épocas malas, desde innumerables recesiones hasta asesinatos políticos, pero fue necesario que llegara el coronavirus para obligarlo a colgar sus tijeras.
Pinzo tiene 80 años. Comenzó a trabajar en una peluquería cuando tenía 12 años, barriendo los pisos y cepillando las chaquetas de los clientes, antes abrir su propia barbería en un barrio acomodado de Roma en 1977.
Con una lista de clientes leales, el negocio de Pinzo prosperaba hasta febrero cuando llegó el COVID-19, manteniendo alejados a sus clientes e instalando el miedo al contagio.
“La gente se queda en casa y estoy trabajando mucho menos, luego está el miedo. Dada mi edad, me preocupa que pueda contraer este virus en cualquier momento”, dijo Pinzo, vistiendo su chaqueta verde lima característica. “Es triste, pero así es”, agregó.
La asociación empresarial Confcommercio estima que hasta el 40% de las tiendas de Roma se han visto obligadas a cerrar por la pandemia, dejando las calles salpicadas de vidrieras vacías.
El pequeño negocio de Pinzo, llamado “Luigi”, sufrió el golpe final el 31 de octubre. Antes de eso, la barbería apenas había cambiado a lo largo de las décadas, luciendo tres sillas de cuero pulido y una colección de colonias guardadas en una vitrina de vidrio.
El lugar exhibe orgulloso en la pared un certificado entregado por el presidente de Italia en 1993, que declara a Pinzo Caballero de la República en reconocimiento a su larga y exitosa carrera, uno de los más altos honores otorgados por el estado.
“No conozco a ningún otro barbero en Roma que se haya mantenido como yo durante 68 años”, dijo Pinzo, quien comenzó a trabajar de niño en el centro de Italia antes de mudarse a Roma cuando tenía 16 años. “Siempre fui muy ambicioso. “Siempre estaba buscando mejorar”, contó.
“La profesión ha perdido su alma. Se ha vuelto mecánica”, dijo. “Cuando llega un cliente, hay que estudiarlo, ver cómo se viste, cómo está y luego hacer el corte de pelo adecuado para él. Es un arte, pero se está extinguiendo”, concluyó.
Reuters