El mejor telescopio espacial de todos los tiempos, el James Webb, irá desplegando en un complicado ballet sus estructuras, un proceso que durará un mes y que es tan delicado o más que el despegue, pues debido a su envergadura ha tenido que viajar doblado en un cohete Ariane 5.
EFE
James Webb mide ocho metros de altura y su escudo solar, formado por cinco finas capas de un material especial llamado kapton, tiene el tamaño de una pista de tenis, por eso ha tenido que doblarse como si de una figura de papiroflexia se tratara para reducir su dimensión a 10,6 metros de alto y 4,5 de ancho.
Los espejos primario y secundario, así como el parasol solar son algunos de los elementos que deberán recuperar su forma original durante el mes que tardará en llegar a su puesto de observación a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra.
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“Se trata de una operación muy delicada, muy arriesgada. Nunca se ha hecho nada parecido en el pasado”, lo que “nos provoca bastante insomnio”, aseguró a Efe, en una entrevista previa, Santiago Arribas, investigador del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA).
Nunca se ha desplegado en el espacio un telescopio de “este tamaño y magnitud”, destacó Arribas, que forma parte del equipo científico de la Agencia Espacial Europea (ESA) para NIRSpec, uno de los cuatro instrumentos que componen el telescopio.
Solo 31 minutos después de su despegue del puerto espacial europeo en la Guayana Francesa, el James Webb desplegó los paneles solares que le proporcionan energía y sucesivamente la antena de ganancia para las comunicaciones.
En ese momento es cuando ha comenzado los “21 días al filo”, según se refieren a ese periodo algunos expertos de la Nasa.
El escudo térmico, para protegerle del Sol, una de las estructuras más llamativas del telescopio, se empezará a desplegar al tercer día de vuelo: en primer lugar, la estructura que lo sustenta, y luego sus cinco capas de kapton, que deberán tensarse correctamente.
Este proceso durará cinco días y a continuación se desplegará y encajará el espejo secundario.
Desde el día 12 será el turno del espejo primario, cuyas dos alas laterales se desplegarán y acoplarán con la zona central, creando así un espejo único formado por 18 hexágonos con un diámetro total de 6,5 metros, que habrá que probar y calibrar durante tres meses.
Todo este despliegue que la Nasa describe como “un ballet complicado” deberá realizarse con precisión milimétrica.
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