El destino ha evitado, según algunos analistas, más quebraderos de cabeza a la diplomacia brasileña. Debido a un accidente en el baño de su residencia, el palacio de Alvorada, donde también resbaló en 2019 el entonces presidente Jair Bolsonaro, Lula tuvo que cancelar hasta hoy su participación en la reunión de los BRICS que se celebra en Kazán (Rusia). Leonardo Trevisan, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de San Pablo ESPM, dijo al diario O Estado de São Paulo que “en el formato propuesto, Rusia y China quieren presentar una visión muy unida contra el mundo occidental.
Por Infobae
El apretón de manos de Lula con Putin generaría fuertes tensiones con Washington. No es el momento”. Sin embargo, no sólo la foto con el presidente ruso —con quien Lula no se ha reunido desde que inició su tercer mandato— podría haber creado problemas. Los dos presidentes hablaron por teléfono durante unos 20 minutos el martes, pero no se filtraron detalles sobre los temas de la conversación.
Fuentes en Brasilia dijeron a Infobae que es Venezuela la “papa caliente” de Brasil en la reunión de los BRICS, un bochorno que viene desde que Maduro no respetó el voto de sus conciudadanos el pasado 28 de julio y se autoproclamó ganador sin presentar ningún acta electoral. En los últimos días, la prensa brasileña ha hecho hincapié en el supuesto veto de Brasil a la adhesión de Venezuela y Nicaragua a los BRICS. Sin embargo, en una entrevista concedida al sitio de noticias G1, el asesor de política exterior de Lula, Celso Amorim, nunca mencionó el nombre de Venezuela. Cuando se le preguntó sobre un posible veto a la entrada de Caracas, Amorim se limitó a decir que Brasil quiere que los BRICS sean ”un grupo con peso para formar un mundo más multipolar y pacífico”. Para él, “la entrada de algunos países, como Turquía, que está cerca de los conflictos en Oriente Medio y puede ser un actor importante en la búsqueda de la paz, sin duda contribuye a ello”. Amorim concluyó diciendo que “la entrada de otros países contribuye menos”. El lunes, en una entrevista con CNN Brasil, cuando se le preguntó si Brasil apoyaba la entrada de Venezuela, Amorim dijo: “Creo que tenemos que proceder despacio. No tiene sentido llenarse de países, de lo contrario pronto crearemos un nuevo G-7″, dijo.
El único país sobre el que el asesor de Lula fue explícito fue Nicaragua. “Brasil no puede aceptar su entrada porque Nicaragua fue ofensiva”. Las relaciones entre ambos países se agriaron en agosto por causa de Venezuela después que Daniel Ortega dirigiéndose a Lula en la última cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) le dijo “si quieres que te respete, respeta la victoria del presidente Nicolás Maduro y no andes allí arrastrado” y le recordó “los escándalos, Lava Jato”, añadiendo que los suyos “aparentemente no eran gobiernos muy limpios”.
Posteriormente, el martes, algunos periódicos brasileños publicaron la noticia de que, gracias al veto del presidente brasileño, tanto Venezuela como Nicaragua fueron retirados de la lista de nuevos candidatos. Sin embargo, siempre el martes, unas declaraciones del portavoz de Putin, Dmitry Peskov, revelaron otro escenario. En una rueda de prensa, Peskov afirmó que “el tema de la ampliación de los BRICS no está en la agenda”. Actualmente, unos 30 países están interesados en formar parte del grupo, entre ellos Venezuela y Nicaragua. Peskov también explicó que, por ahora, el Kremlin no aceptará nuevos miembros de pleno derecho, pero sí admitirá nuevos estados asociados. Jamil Chade, en UOL, escribió que “Venezuela aparece entre los países con apoyo significativo en la carrera para ingresar al BRICS, aunque entre los candidatos latinoamericanos, Cuba lleva la delantera”.
Por lo tanto, la ausencia de Lula en Kazán, más allá de su veto, permitió a Brasil no abordar el tema directamente, sobre todo porque Maduro estaba presente en la cumbre rusa. En las últimas semanas, la relación entre ambos presidentes ha vivido episodios contradictorios. Lula y Amorim pidieron larga pero inútilmente al dictador venezolano, tras las elecciones venezolanas, que presentara los registros electorales, pero no desautorizaron a Maduro. Amorim incluso llegó a decir que no se fiaba de los “registros electorales de la oposición”. Además, a mediados de octubre en la ONU, Brasil se abstuvo en una resolución contra Venezuela posteriormente aprobada por una gran mayoría de otros países. En ella se prevé la renovación del mandato de una comisión internacional para investigar los crímenes cometidos por el gobierno de Maduro y se establecen nuevas obligaciones para que la ONU evalúe la situación en Venezuela. También se produjo el episodio del fiscal general Tarek William Saab, leal a Maduro, que una semana antes de la cumbre de Kazán declaró que, según él, “Lula se había convertido en un agente de la CIA cooptado cuando estaba en la cárcel”. Una afirmación desmentida posteriormente por un comunicado de la Cancillería venezolana. “Las recientes declaraciones de la Fiscal General de la República hacia el presidente Luiz Inácio Lula da Silva corresponden a opiniones de carácter personalísimo y en modo alguno reflejan la posición del Ejecutivo Nacional, responsable de la política exterior venezolana”, reza la nota. La Cancillería venezolana también destacó que ratifica “el absoluto respeto a la trayectoria histórica del presidente Lula da Silva y su liderazgo en Brasil”.
El ex embajador brasileño, Ruben Barbosa, dijo a CNN Brasil que si Lula niega el ingreso de Venezuela a los BRICS, romperá de hecho las relaciones con el presidente venezolano. Sin embargo, según el sitio de noticias Gazeta do Povo, su ausencia en la cumbre cortó de raíz cualquier posible polémica. Además de la sobre Venezuela, también otras sobre el apoyo al plan de paz para Ucrania propuesto por China y apoyado por Brasil, que favorece a Rusia, y una posible reunión con el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, en un momento en que el país latinoamericano vive una escalada con Israel. “En el actual contexto internacional, la ausencia de Lula en la cumbre de los BRICS puede tener efectos positivos, ya que el presidente podrá evitar que se le asocie directamente con discusiones o decisiones controvertidas que puedan surgir, especialmente en relación con países como Rusia y China”, declaró el analista Leandro Barcelos a Gazeta do Povo.
Fue el propio Putin quien dejó claro con sus palabras cuál es la alianza más fuerte dentro del grupo. En su encuentro con Xi Jinping, afirmó que “la cooperación ruso-china en asuntos globales es uno de los factores estabilizadores en la escena internacional. Tenemos la intención de seguir ampliando la cooperación en todas las plataformas internacionales para garantizar la seguridad global y un orden mundial justo”, declaró Putin.
Como explica el analista Oliver Stuenkel en el diario O Estado de São Paulo, “los BRICS se enfrentan a crecientes divisiones internas. Países como China, Rusia e Irán intentan convertir el bloque en una coalición contra Occidente. Por otro lado, Brasil e India prefieren utilizar los BRICS como una herramienta para reformar el actual orden mundial sin enfrentarse directamente a él, al tiempo que mantienen lazos tanto con Estados Unidos y Europa como con China y Rusia”. Para Stuenkel, “esta diferencia se manifiesta no sólo en las conversaciones entre bastidores, sino también cuando se compara la retórica de sus líderes: mientras Rusia ve a los BRICS en una relación antagónica con el G7, el presidente Lula subraya a menudo que los BRICS no están “contra nadie””.
En enero, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía se unieron al grupo. Arabia Saudita y Argentina también debían incorporarse este año, pero la primera no confirmó su decisión y la segunda retiró su solicitud.
Lula intervino por videoconferencia en la reunión de Kazán. En su discurso, criticó a los países ricos por emitir gases que aceleran la crisis climática y atacó a Israel, sin nombrarlo, calificando de “locura” los ataques en la franja de Gaza. Además del ministro brasileño de Asuntos Exteriores, Mauro Vieira, estuvo presente en Kazán la ex presidenta Dilma Rousseff, ahora al frente del Banco de los BRICS, el llamado Nuevo Banco de Desarrollo. Tras reunirse con ella, Putin reiteró su deseo de que aumente el número de transacciones bancarias “en moneda nacional” entre los países del grupo. Enfrentada a las sanciones económicas occidentales y con sus principales bancos excluidos de la plataforma internacional de pagos Swift, Rusia reclama la creación de un sistema alternativo que combata al dólar estadounidense.
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