Tras casi cuatro meses de las elecciones presidenciales, el gobierno de Nicolás Maduro se prepara para asumir un nuevo período el 10 de enero; mientras la oposición democrática maniobra sobre su objetivo de juramentar a Edmundo González Urrutia, exiliado en España desde el 8 de septiembre, y el CNE no ha publicado los resultados disgregados.
En ese contexto, desde la comunidad internacional insisten en la exigencia de transparencia electoral y se registran pasos concretos que apuntan a una fase de presión externa.
El 19 de noviembre, el Gobierno de Joe Biden reconoció a Edmundo González Urrutia como presidente electo. La posición significa un giro oficial en la política de Estados Unidos y se produjo a dos meses del inicio de la nueva gestión del republicano Donald Trump.
El canciller Yván Gil condenó las afirmaciones de Blinken en un comunicado: «Es un enemigo confeso de Venezuela, un secretario de Estado más, que se hundió, junto a sus marionetas, tratando de revertir la democracia».
Según Gil, González Urrutia está «apoyado por fascistas y terroristas subordinados a la maltrecha política estadounidense».
Mariano de Alba, experto en derecho internacional y diplomacia, cree que el reconocimiento que hace EEUU de González Urrutia «es una medida que toma la administración del Partido Demócrata consciente que hubiese sido una de las primeras decisiones que probablemente hubiese tomado el gobierno de Donald Trump con Marco Rubio dirigiendo el Departamento de Estado».
A su juicio, la decisión estadounidense «también señaliza que no hay expectativas de una negociación en Venezuela o una resolución pronta del conflicto, por lo que algunos países van a tener que poner el énfasis en la presión internacional al gobierno de Maduro».
Asimismo, el experto en derecho internacional y diplomacia, califica como errada la expectativa y dinámica de esperar que el 10 de enero «cambiarán sustancialmente las dinámicas internas y luego del 20 de enero cambiarán sustancialmente las dinámicas internacionales. Lo internacional es y será relevante e incidirá en las posibilidades de una resolución del conflicto, pero lo crucial sigue siendo lo que ocurra internamente».
En ese contexto, Mariano de Alba resalta que la atención y los esfuerzos deben centrarse en el escenario doméstico: «A pesar de la brutal represión, no hay alternativa que construir una mayor organización de la sociedad venezolana que quiere un cambio y definir como convencer a parte de los factores que siguen apoyando la estadía del gobierno de Nicolás Maduro del poder de que, para recuperar la economía, es necesario restituir las garantías democráticas».
Escenarios clave
Por su parte, el internacionalista Lauren Caballero, señala que a Trump «le viene como anillo al dedo» esta nueva configuración en Estados Unidos.
«Por el hecho de tener mayoría en prácticamente la estructura del Estado, Trump va a tener bastante margen de maniobra para aplicar su agenda en general y esto incluye la política exterior. Básicamente, con el reconocimiento de González Urrutia se allana el camino para que el nuevo Presidente tenga algunos elementos con los cuales actuar frente al gobierno de Venezuela», argumenta Caballero.
Añade que si se limitan las operaciones con Venezuela, el panorama se complicará para el gobierno y para los venezolanos con efecto negativo sobre la economía. En este sentido, el especialista explica que si se agravan las relaciones con EEUU, Venezuela va a tener más dificultades para obtener divisas y financiamiento, con efecto dominó sobre la gente de menos recursos.
El internacionalista sostiene que quizás podría reeditarse la situación vivida entre 2019 y 2020, con otras características: «Tal vez no con el reconocimiento de 60 países hacia el gobierno en el exilio, ni mucho menos, pero si un desconocimiento del gobierno actual y una restricción de muchas de las relaciones que ahora mismo se llevan a cabo, con relativa normalidad entre el Estado venezolano y otros Estados, con lo cual podría haber ruptura de relaciones diplomáticas e insulares, pero no sé si comerciales».
Por su parte, el politólogo Pablo Quintero señala que el Gobierno de Biden reconoce a González Urrutia porque perdió las elecciones presidenciales. «Si hubieran ganado, a lo mejor fuese otro asunto. Pero, como perdieron, a lo mejor necesitan un semblante quizás que apoye más a la oposición venezolana».
Señala que, además, en 2025 la administración Trump pudiera reclamar a los demócratas que dejaron enfriar la situación del caso venezolano.
Quintero refiere los efectos económicos de la posición de EEUU y de las iniciativas legislativas que se originan en ese país. De esa manera, sostiene, se generan obstáculos para transacciones financieras y comerciales, con las licencias y la venta de petróleo.
Sostiene que el objetivo de la narrativa del gobierno de Maduro, tras el reconocimiento de EEUU a González Urrutia, «es mantener cohesionado el Ejército y el gobierno interno. Pero, esas reacciones no conmueven a la comunidad internacional que lo que espera es el material probatorio de la elección que son las actas».
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