Empieza octubre y hay un árbol enorme de Navidad frente a la Comandancia de la Armada, en el centro Caracas. El Paseo de Los Próceres, a un costado de las instalaciones militares de Fuerte Tiuna, está repleto de luces. Los edificios de ministerios e instituciones públicas tienen decoradas sus fachadas. En el Ávila, la montaña que señala el norte de la capital venezolana, la cruz que por tradición anunciaba la llegada de las fiestas el 1 de diciembre fue encendida esta semana, con bombillos azules, por el ministro de Cultura, Ernesto Villegas. Luego, como se acostumbra, hubo un estruendoso despliegue de fuegos artificiales.
El Gobierno venezolano no ha dicho cuándo se pagarán los aguinaldos ni en cuántas partes será depositado, como desde hace años viene ocurriendo. Pero el presidente Nicolás Maduro, en otro año más en que intenta pasar la página de alguna crisis, ha decretado que la Navidad comenzó este 1 de octubre y se extenderá hasta el 15 de enero. No es la primera vez. Lo viene haciendo consecutivamente desde 2018, a veces a inicios de octubre o de noviembre, según convenga.
Se trata de una Navidad oficial que no está en otra parte de la ciudad, por el momento. Los comerciantes intentan recuperarse del bajón que dejó agosto, un mes de represión, incertidumbre y conflictividad luego de las elecciones presidenciales del 28 de julio, que han desencadenado una nueva crisis política en Venezuela, por el fraude demostrado por la oposición, cuyo candidato ha terminado en el exilio y sostiene que ha ganado con 67% de los votos, según las actas obtenidas de las máquinas. Las mismas largas papeletas que registran el escrutinio que han sido presentadas esta semana por el Centro Carter ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y que alguien convirtió en meme agrupándolas en una imagen en forma de arbolito navideño que corre por las redes sociales.
Maduro ha comenzado a cantar villancicos y a comer dulce de lechosa, el típico postre de la Navidad, en medio de esta crisis. El gesto se le ha devuelto como un bumerán. La noticia del adelanto de la Navidad ha corrido por el mundo con ironía, mientras en foros internacionales se denuncian las graves violaciones de derechos humanos cometidas las últimas semanas, incluidas las torturas a menores detenidos en el marco de las manifestaciones en contra los resultados electorales.
Su propio rival, Edmundo González Urrutia, forzado a pedir asilo en Madrid, se ha mofado con la idea y ha dicho que, al adelantar la Navidad, él también adelantará su regreso al país para asumir el cargo de presidente electo como prevé la Constitución para el 10 de enero de 2025. “El presidente Maduro adelantó la Navidad al 1 de octubre. No sería raro que yo pueda adelantar mi regreso también”, dijo a la prensa durante la VI edición del Foro La Toja-Vínculo Atlántico, celebrado en el norte de España.
El líder chavista dio la orden de adelantar los festejos el pasado 2 de septiembre, el mismo día que se emitió la orden de captura contra González Urrutia, que terminó aterrizando en España una semana después. “En agradecimiento a ustedes, voy a decretar el adelanto de la Navidad para el 1 de octubre. Arranca la Navidad el 1 de octubre para todos y todas. Llegó la Navidad con paz, felicidad y seguridad”, dijo entonces.
Estas navidades del chavismo han coincidido con el inicio del año escolar en todo el país, luego del receso vacacional. Los niños volvieron a clases en medio de esta especie de jet lag. En las escuelas públicas, por orden oficial, se hicieron actos con gorros rojos y se cantaron las parrandas que se suelen entonar dentro de dos meses.
Como si no fuera suficiente, Maduro abrió un nuevo frente a su convulso Gobierno. La Conferencia Episcopal de Venezuela, en estas semanas de reacciones y comunicados en medio de la crisis política que vive Venezuela, también sacó el suyo para recordar lo que dicen los católicos hace 2.000 años, que la Navidad es por el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, y reclamaron su exclusiva competencia en estos asuntos. “La Navidad es una celebración de carácter universal. El modo y el tiempo de su celebración competen a la autoridad eclesiástica. Esta festividad no debe ser utilizada con fines propagandísticos ni políticos particulares”. Y Maduro, por supuesto, les respondió: “No, señor con sotana, usted aquí no decreta nada. Jesucristo le pertenece al pueblo. Las navidades son del pueblo y el pueblo las celebra cuando quiera celebrar sus navidades”.
Más allá de la decoración que encandila puesta por el Gobierno, Caracas todavía intenta recuperar velocidad tras las semanas de incertidumbre. Esta misma semana, un representante del sector de las aduanas alertaba sobre el retraso en la llegada de la mercadería importada para las festividades navideñas, por temas de permisos y logística y por la disminución de envíos desde China.
Desde una tienda de ropa femenina en un concurrido centro comercial del centro de Caracas, Ruth, la encargada, en cambio, pronosticaba que las ventas podrán levantarse en las semanas que siguen. Tenía una evidencia reciente. Durante el apagón general que vivió el país, hace unas semanas, logró vender algunas prendas. “Aunque la política importa, y mucho, la gente vive en su mundo. Dicen que no hay plata, pero siempre hay algo y he visto a la gente salir con sus adornos de las tiendas”, decía esta semana la mujer, de 32 años, a la espera de un diciembre con muchos clientes. El establecimiento no ha sido tomado todavía por los arbolitos, las estrellas y los renos de San Nicolás que visten la Navidad que ha ordenado el Gobierno. Para esto, Ruth también tenía su explicación. “Es que primero viene Halloween”.
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