Mientras los países occidentales cierran embajadas y tratan de evacuar apresuradamente de Afganistán a su personal, China, Rusia y Turquía han decidido mantener sus legaciones diplomáticas en Kabul y se ofrecen a mantener lazos con los talibanes en su regreso al poder.
Pekín se ha mostrado dispuesto a mantener «relaciones amistosas» con los integristas islámicos. «China respeta el derecho del pueblo de Afganistán de determinar de manera autónomamente su propio destino y (…) desea una transición tranquila», declaró ayer la portavoz del ministerio de Exteriores, Hua Chunying, que confirmó que la Embajada china «sigue funcionando con normalidad». La representante gubernamental, no obstante, no llegó a reconocer de manera explícita a los talibanes como nuevos líderes del país. Esta amabilidad no es nueva: el gigante asiático ya mantuvo relaciones cordiales con el Emirato Islámico desde su establecimiento en 1996 hasta la intervención de EE.UU. en 2001.
Moscú anunció ya el domingo que mantendría abierta su Embajada tras recibir garantías de seguridad. Ayer el Kremlin anunció que el embajador ruso, Dmitri Jirnov, «está en contacto con los líderes talibanes» y que hoy «se reunirá con el coordinador talibán para la seguridad». Según el responsable del Gobierno ruso para Afganistán, Zamir Kabulov, «el reconocimiento o no» del nuevo régimen dependerá de «las acciones» que lleven a cabo. «Vamos a mirar con atención hasta qué punto su enfoque de gobierno del país es responsable», señaló Kabulov, según recoge Afp.
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