La Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) aplica estricta normas para evitar que los presos políticos puedan tener contacto con su familiares. Las pocas veces que permiten visitas, los allegados solo pueden ver a los oficiales detenidos sin tocar, ni abrazar.
Infobae | Sebastiana Barráez
De acuerdo con la periodista Sebastiana Barráez, este método es estrictamente vigilados por los efectivos del organismo, quienes graban cada segundo violando la privacidad de los aprehendidos.
Con el inicio de la pandemia, el chavismo ordenó la suspensión de las visitas. Fueron siete meses de intranquilidad y presiones por parte de los familiares y organismos internacionales para que abrieran la sede.
La visita esta vez no fue en La Pecera, porque la grabación requería un lugar menos deprimente, así que se hizo en un comedor, donde hay mesas de hierro con sillas soldadas a ella. Solo una vez anteriormente se les permitió comer en ese lugar. En La Pecera no hay mesas y para comer deben colocar los recipientes sobre las piernas.
Los familiares hacen fila para entrar. Los detenidos están sentados mientras reciben instrucciones de qué no deben hacer: “no pueden tocarse, nada de abrazarse, prohibido quitarse los tapabocas o los guantes, deben mantener distancia, no pueden levantarse de la silla, no pueden sentarse a un lado de la visita sino diagonal”, repiten una y otra vez los custodios.
Empiezan a pasar los familiares. Las ansias de estrechar al ser amado deben reprimirse. Cada uno trata de respetar las reglas. Ya hay cuatro detenidos con sus respectivas visitas, mientras una irrespetuosa cámara lo graba todo y los custodios se mueven con sigilo y, más allá, el general Terán Hurtado vigilando todo.
Cuando le corresponde acercarse a la esposa del teniente coronel Igber Marín Chaparro, el joven oficial se paró sobre la silla, se subió encima de la mesa, caminó sobre ellas, se bajó, se quitó el tapaboca, abrazó a la impresionada joven y la besó.
Un silencio impresionante cubrió el lugar, todos esperaban la reacción ante tamaña irreverencia. Solo fueron unos segundos. Se generó una reacción en cadena y todos los presos empezaron a abrazarse con su familia, a quienes desde hace siete meses no veían, no abrazaban, no tocaban, apenas si habían recibido algunas llamadas telefónicas.
Marín Chaparro es un oficial del Ejército, señalado por un intento de rebelión que nunca ocurrió, en una oportunidad no le permitieron, durante tres meses, recibir visita de familiares ni abogados y ninguna llamada telefónica. Parece que esta vez no quiso desaprovechar el momento de abrazar y besar a su familia.
Cada uno de los familiares sintió molestia y se saben usados por la DGCIM para grabar un momento que debió ser personal e íntimo, pero pudieron evidenciar la felicidad de ver a sus seres queridos. Ninguno cree que fue inocente. “Eso es para justificar el informe de la ONU”, es lo que la mayoría de esposas o hijos de los detenidos dice, refiriéndose al informe de la Misión de Determinación de los Hechos que reveló las brutales y sostenidas torturas y violaciones de derechos humanos que se han cometido en esas mazmorras del régimen venezolano.
Con información de Infobae
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