Este lunes, España superó los 200.000 contagios por coronavirus. Por otra parte, el número de fallecidos diarios se situó por debajo de los 400, la menor cifra desde el 22 de marzo.
Las autoridades afirman que esto podría ser producto de la tardanza en cuantificar los datos correspondientes al fin de semana.
Mientras tanto, la cifra total de muertes asociadas al covid-19 se acerca a 21.000. Por ello, los entierros se han multiplicado, sobre todo en Madrid. De momento, a los sepelios solo pueden acudir 3 personas y los sacerdotes ofrecen una liturgia de poco más de 5 minutos.
RT conversó con religiosos que ven a diario el dolor de los familiares que perdieron a sus seres queridos durante la pandemia.
Un dolor personal
Uno de ellos es el padre Javier Fuenmayor, quien ofreció otro responso más en el cementerio de la Almudena de Madrid, el más grande de la capital española, donde ejerce de capellán.
El sacerdote, que se encuentra en la primera línea del consuelo, reconoce que no ha quedado indemne ante el dolor. Y cuenta que el número de entierros se han triplicado por el brote del nuevo coronavirus.
«A mí me ha tocado en lo personal llorar delante del sagrario y preguntar: ‘Oye, Señor, por qué duermes, ¿qué ha pasado?'», confiesa el religioso.
Momento para aprender
Al otro lado de Madrid se encuentra el Cementerio sur. Distinta ubicación, pero misma imagen, con familias apenadas y personas que buscan alivio ante la muerte abrupta de un ser querido.
El padre José Luis Sáenz lleva 20 años en la capilla ofreciendo responsos. Estas semanas, dice, son más cortos a causa de que hay demasiados muertos. Sin embargo, este cura cree que, a pesar del dolor, de esta pandemia se puede aprender.
«A vivir la vida de una manera menos provocativa, menos prepotente y que valoremos más lo que vivimos por dentro que las cosas de por fuera», explica.
Dar esperanza
Cuando tiene un pequeño respiro, José Luis reza por los difuntos y por aquellos familiares que no han podido acompañar a sus seres queridos. El sacerdote considera que en estos momentos difíciles hay que tener fe.
«Yo creo que nos tenemos que dar esperanza unos a otros y yo, como creyente, creo que debo decir que la esperanza viene de Dios», asegura.
La pandemia ha golpeado de manera inesperada a numerosas familias, ocasionándoles un dolor difícil de digerir. Muchos se preguntan por qué a mí, por qué ahora.
Ante una encrucijada
Esta crisis sanitaria ha colocado a casi todos los ciudadanos ante el mismo sufrimiento, ante el mismo dolor. El coronavirus podría ser una buena oportunidad para generar empatía, comprensión o hacer comunidad, pero también para lo contrario: para provocar más odio y más polarización.
Mucha gente observa atónita lo que está ocurriendo, como si no fuera real. Otros intentan encajar el golpe de la mejor manera posible. Pero esta crisis ha sacudido sin piedad a la sociedad española.
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