Emiratos Árabes intenta hacer historia al filo de la medianoche del domingo con el lanzamiento de su primera sonda espacial a Marte, bautizada como Hope (Esperanza). Llegar al planeta rojo con éxito no es tarea fácil. Casi la mitad de las naves lanzadas en los últimos 60 años han fracasado. La monarquía petrolera de Oriente Próximo aspira a convertirse en el primer país árabe que entra al grupo de potencias que han llegado con éxito a Marte: Rusia, EE UU, Europa y la India. Los programas espaciales aprovechan que, desde ahora y hasta mediados de agosto, la Tierra y Marte están más cerca: a 55 millones de kilómetros de distancia en línea recta, frente a los 225 millones de kilómetros de media.
Por EL PAÍS
“El cohete y la nave están listos para el lanzamiento y solo nos falta tener una ventana con una meteorología adecuada para el despegue”, explica Sarah Al Amiri, presidenta de la Agencia Espacial de Emiratos y ministra de Ciencias Avanzadas. El lanzamiento —que ya ha tenido que ser pospuesto en dos ocasiones por mal tiempo— se realiza a bordo de un cohete japonés que despegará desde el centro espacial de la isla de Tanegashima, al sur del país.
“Hay margen para el lanzamiento hasta el tres de agosto y tal vez podríamos extenderlo incluso un poco más, así que tenemos confianza de que podremos lanzar sin problemas”, explica Amiri, que además es la jefa de las operaciones científicas de la misión. Hope es la primera de tres expediciones marcianas que se lanzan aprovechando la alineación de la Tierra y Marte. En unas semanas le seguirán dos misiones de EE UU Y China con vehículos móviles para explorar la superficie.
El proyecto emiratí tiene como objetivo orbitar el planeta rojo durante al menos tres años en una órbita muy peculiar. Su distancia máxima de la superficie será de 40.000 kilómetros y la mínima de 20.000 —casi el doble del diámetro de la Tierra— lo que le permitirá “ver todo el disco el planeta girando a gran rapidez”, explica Amiri. La sonda podrá obtener imágenes de alta resolución del planeta completo y su atmósfera, observar sus cambios diarios y tal vez responder una intrigante pregunta.
Hace miles de millones de años Marte era un planeta azul como la Tierra, con una atmósfera gruesa que garantizaba una temperatura templada, la presencia de agua líquida y permitía la existencia de vida. En algún momento el equilibrio se rompió y la radiación solar comenzó a arrancar los gases atmosféricos hasta convertir al planeta en el desierto helado que es hoy. Cada día este planeta pierde varias toneladas de atmósfera. Comprender mejor este proceso será uno de los objetivos científicos de Hope.
La nave, de una tonelada y media, lleva una cámara de luz visible y ultravioleta y dos espectrómetros, uno infrarrojo y otro ultravioleta que podrán estudiar las nubes, los gases, las tormentas de polvo y la composición detallada de las tres capas de la fina envoltura de gases que rodea el planeta. Al contrario de lo que hacen la mayoría de países, Emiratos publicará los datos de la sonda de forma inmediata para que cualquier otro país pueda acceder a ellos.
Esta es sin duda una de las misiones más atípicas que se hayan enviado nunca a Marte. El origen del proyecto se remonta a 2014, cuando el presidente de Emiratos —Jalifa bin Zayed Al Nahayan, uno de los gobernantes más ricos del mundo— anunció un proyecto para llegar a Marte en 2021, cuando se cumplirán 50 años de la fundación del país.
El objetivo principal de Hope es crear una comunidad de ingenieros y científicos jóvenes en un país sin ninguna experiencia en exploración espacial, aumentar el interés por la ciencia entre las nuevas generaciones y mostrar un camino para diversificar el modo de hacer riqueza que ha dominado desde su fundación: la extracción de petróleo.
Hope ha sido diseñada y construida en EE UU con la ayuda de ingenieros y científicos de tres universidades de ese país que han colaborado con profesionales y estudiantes emiratíes. La contribución principal la ha hecho el Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado en Boulder, que lleva décadas desarrollando instrumentos para importantes misiones de exploración marciana y de otros planetas del Sistema Solar. Una de las misiones principales en las que participó fue la sonda orbital Maven de la NASA, con la que la misión de Emiratos guarda similitudes, aunque es menos compleja.
El desarrollo de la nave se ha hecho en apenas seis años y ha requerido construir una nueva agencia espacial para el proyecto. El coste total de la misión ha sido de unos 200 millones de dólares [unos 170 millones de euros], explica Amiri.
Tras el despegue, Hope no puede viajar en línea recta, sino que debe recorrer una larga trayectoria curva hasta alcanzar Marte y quedar anclada a él por la fuerza de gravedad del planeta. Tardará siete meses en completar los casi 500 millones de kilómetros que tendrá que recorrer hasta llegar al planeta rojo en febrero de 2021. Uno de los momentos más críticos de la misión será la inserción en la órbita marciana, cuando el artefacto, del tamaño de un todoterreno, debe frenar hasta quedar atrapado por la gravedad de Marte e ir colocándose luego en su órbita final.
Los ingenieros de la misión esperan que la primera señal de la nave se reciba en la antena de espacio profundo de la NASA en Robledo de Chavela (Madrid), ya que el proyecto usa la infraestructura de antenas de la agencia espacial estadounidense. El centro de control de la misión está en el Centro Espacial Mohamed Bin Rashid, en Dubai.
“El riesgo de una misión como esta es muy elevado”, opina Alberto González Fairén, investigador en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) en Madrid, y en el Departamento de Astronomía de la Universidad Cornell en Nueva York. “Para otras agencias más experimentadas como NASA sigue siendo todo un desafío completar con éxito una misión a Marte, y hasta ahora solo se ha conseguido la mitad de las veces. Para una agencia nueva, y en su primer intento, el riesgo se multiplica”, detalla.
Hope no solo es interesante por sus aportaciones científicas, sino también porque facilitará la comunicación con la Tierra desde el planeta rojo. Las naves orbitales comunican a las naves que están en la superficie del planeta con la Tierra. “Actualmente solo hay seis orbitadores y la mitad son muy viejos y presentan fallos recurrentes. Añadir uno nuevo es siempre una excelente noticia para evitar un cuello de botella en el envío de datos desde la superficie”, explica Fairén.
“Esta misión ha provocado mucha controversia en la comunidad científica”, opina Jorge Pla-García astrofísico del CAB que participa en la misión estadounidense a Marte que se lanza en unas semanas. “Muchos piensan que hubiera sido mejor que los Emiratos hubieran invertido todo este dinero en sanidad, educación e investigación en lugar de comprar esta misión a EE UU. Tienen parte de razón, pero este país tiene ya experiencia en satélites de observación de la Tierra y de espionaje para competir con Irán. Si lo consiguen, el premio será convertirse en la quinta nación que ha llegado a Marte con éxito”.
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