Venezuela, la potencia energética mundial con 297.000 millones de barriles de crudo en su subsuelo, según cifras de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, enfrenta una severa crisis de producción de combustible y de derivados del oro negro, publica Infobae.
Su principal negocio, la producción y extracción de crudo, está en declive. El antiguo líder regional en la exportación de petróleo ahora está en posición de minusvalía. Críticos a la revolución bolivariana, con 20 años en el poder, han asegurado que la mala gerencia y la corrupción destruyeron a Pdvsa, la petrolera estatal. Funcionarios públicos señalan que la guerra económica que impulsa Estados Unidos contra Venezuela ha influido en la merma de la producción de crudo y de gas natural.
Precisamente, la ausencia de gas licuado del petróleo en el mercado local marca pauta en protestas de calle en muchas ciudades del país. Caracas tampoco escapa de la escasez aun cuando sus habitantes reciben el combustible con más frecuencia. No obstante, el padecer es el mismo y las maniobras para conseguir algo de gas son constantes.
En la mañana…
Son las 7 de la mañana en una localidad de Catia, populoso sector del oeste de Caracas. Varias personas están en la calle y muy alerta. El Consejo Comunal- organización de vecinos de corte oficialista- avisó que llegará el gas a la comunidad. Han sido varios meses de espera “porque no hemos tenido oportunidad de reponer nuestras bombonas (tanques, garrafas) desde hace rato. Lo poco que tenemos lo hemos conseguido en el mercado negro y cuesta bastante. Desde marzo tenemos que pagar entre cinco y ocho dólares por cada bombona de diez kilos, los vendedores ya no reciben bolívares, así que tenemos doble preocupación: buscar un proveedor y los dólares”.
Así lo comenta a Infobae Dilcia Robles, una vendedora informal de café y golosinas, quien se apresta para hacer la fila. Le aseguraron que venía un camión y que habría gas para todos. El costo, unos mil bolívares (0.10 centavos de dólar al tipo de cambio oficial).
“Eso sí, solo una bombona por familia. Ni una más. Si protestamos nos quitarán el número que nos dan para controlar la entrega de la bombona. Yo me quedo callada mientras espero y vendo café y galletas entre mis vecinos. Las colas son largas y a veces el camión llega al mediodía o en la tarde. Hay que tener paciencia”.
Mientras la fila se organiza, María Elena Ramírez dice que está harta de la situación. “Yo no tengo dólares y tampoco paciencia para aguantar que me den la limosna del gas de vez en cuando. Cocino con hornilla eléctrica y si se va la luz no hago nada caliente. No quiero cocinar con leña como lo hacen varias personas que conozco”.
El preparar alimentos con métodos alternativos es la opción para muchos venezolanos, en el especial en el interior del país. Reportes de prensa local han señalado que la reposición de bombonas de gas en la provincia venezolana es inexistente. No hay producción para tanta demanda y según analistas de mercado hay déficit de dos millones de bombonas de 10 kilos, las más usadas por la población.
En un país en donde solo el 7% de la población recibe gas directo de tuberías, según los cálculos del ingeniero Antero Alvarado, consultor en materia energética, sus ciudadanos están condenados a esperar por Pdvsa Gas para reponer sus bombonas. La empresa estatal asumió el control de la producción y distribución de gas desde 2007 cuando el fallecido ex presidente Chávez eliminó la participación privada en el negocio, con la expropiación de las empresas que producían gas licuado en el país.
Los precios del producto están congelados desde entonces. A juicio de Alvarado, el monopolio estatal en el manejo del negocio, la declinación de la producción de gas en el occidente del país y la ausencia de inversiones han generado la escasez actual.
“El costo de producción de una bombona es de entre dos y tres dólares y hay denuncias de que en los estados andinos Táchira y Mérida ésta se vende en 15 dólares; se equipara a costos internacionales del producto”, dijo Alvarado al portal local El Pitazo.
Explicó que sin la apertura del sector energético al capital privado no habrá forma de que el suministro de gas se estabilice. “Los precios de las bombonas deben sincerarse y si alguien no puede pagar, el estado podrá subsidiarlo”.
En la tarde…
Son las dos de la tarde en Catia. El camión con las bombonas no llega aún. Julio Méndez, jubilado de 67 años, carga su bombona vacía “de arriba abajo y de abajo a arriba, la espera es un fastidio. Tengo el número 32 de la lista de espera y sé que si me voy pierdo la oportunidad de comprar barato y en bolívares. Cuando yo era mucho más joven ni me preocupaba por cargar el gas. Una empresa privada me llevaba las bombonas que necesitaba a la puerta de mi casa. Esto es miseria”.
Metros más abajo, dos niños también esperan. Yeison tiene 11 años y está de vacaciones en la escuela. Dice a Infobae que “no tengo mil bolívares, solo 500. Sé que me van a vender la bombona porque cargo billetes en efectivo y porque el gobierno nunca pierde. Siempre hay alguien que da una propina a los chamos que nos traen las bombonas. Con eso, ellos arreglan sus cuentas”.
Se alterna la espera con su mamá “ya me trajo comida y agua porque la espera va para largo. No me puedo mover de acá”.
Alejandro tiene 12 años y está disgustado. “Quiero irme a jugar béisbol con mis amigos pero mi papá no me deja hasta que no llegue la bombona. Estoy desde la mañana en esta esquina. Desayuné en mi casa y almorcé aquí una arepa y un jugo que me trajo mi hermanita. Quiero que esto se acabe. Mi mamá me contó que si armaba problemas venía la policía y me podía disparar. A un chamo de Táchira que estaba protestando porque no tenía gas lo dejaron ciego, le dispararon en la cara. Lo vi en el internet”.
El camión llega a las 5 y 45 de la tarde. La gente corre. Entregan los números y el dinero e intercambian las bombonas vacías por las llenas. “Esta es la revolución, cola y desespero”, se queja una mujer.