La inesperada llegada de la COVID-19 sorprendió y paralizó al mundo entero. Sin importar estratos sociales, edad, color, gremio o país, los decretos de confinamiento para evitar la propagación del virus cambió la forma en que vivían las personas.
Con información de la VOA
En el campo laboral, la pandemia del coronavirus perjudicó sus operaciones a gran cantidad de empresas y comercios, como lo habría hecho cualquier crisis económica.
La situación llevó a muchos negocios a cerrar, mientras otros lograron reinventarse. En algunas áreas surgió el teletrabajo, que ha sido un beneficio para algunos que ahora hacen su trabajo desde casa en lugar de una oficina.
Esta realidad que viven los sectores económicos fue alertada al inicio del confinamiento por organismos internacionales especializados.
En abril, por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó un informe donde alertaba que “las pequeñas y medianas empresas que dependen de las ventas diarias y tienen escasas o nulas reservas de liquidez también pueden verse sometidas a un grave estrés financiero y es posible que tengan que despedir trabajadores”.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que la economía en América Latina se contraería un 5,2%, una proyección que afecta directamente a medianas y grandes empresas.
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En Venezuela, país que ya vive una crisis desde hace varios años, el decreto de cuarentena dejó a muchos ciudadanos con sus ingresos paralizados y en algunos casos desempleados, pese a que en el país hay una ley de inamovilidad laboral que aún se mantiene vigente.
De acuerdo con un artículo publicado en abril por la Voz de América, el Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que Venezuela será la tercera nación con peor comportamiento económico del año tras el confinamiento por el coronavirus.
Ya en marzo de 2020, al inicio del decreto de cuarentena en el país, la firma Ecoanalítica estimó a través de un estudio una inflación superior a 10.000% para este año en Venezuela. Un aumento significativo a causa de la pandemia, pues en febrero la proyección que manejaban era de 2.700%.
La agudización de la crisis a causa de la COVID-19 ocasionó que muchos venezolanos buscarán otros métodos para seguir percibiendo una entrada de dinero y así sostener económicamente sus hogares.
En la VOA reunimos las historias de cuatro emprendedores venezolanos de diferentes estados del país que, forzados por la pandemia, se reinventaron para sobrevivir y crearon sus propios negocios desde casa.
“Roles de canela buenos bonitos y baratos”
Minosky Aponte es una estudiante Comunicación Social y durante esta cuarentena se quedó sin empleo, pues la empresa donde laboraba cerró sus puertas y no fijó una fecha de regreso. Cuenta que la situación la obligó a pensar junto con su novio en qué hacer para poder generar ingresos mientras estaban en casa.
“Jamás nos imaginamos que íbamos a vender dulces caseros, pero la situación que vivimos nos llevó hacerlo. Estamos contentos, lo hacemos con mucho amor y estoy segura de que con el pasar de los días las ventas aumentaran”.
Aponte cuenta que decidieron hacer Roles de Canela por muchos factores: ya sabían hacerlos, conseguir el material era fácil ,estaban convencidos de que nadie los estaba vendiendo en esta cuarentena y tenían la facilidad de que podían salir a repartirlos en bicicleta.
“Los ingresos que esto nos genera son mínimos, no son suficientes para todo lo que se necesita. No es lo mismo tener un empleo donde obtienen otros beneficios, pero estamos muy agradecidos de que podamos tener esto,” comenta.
Minosky asegura que quieren mantener esta iniciativa al menos por el tiempo que dure el confinamiento y hasta que puedan volver a sus trabajos. No descartan la opción de mantenerlo como un segundo empleo cuando todo vuelva a la normalidad, pues afirman que un ingreso extra “nunca estará de más”.
“Hay muchas cosas aún por hacer en el país”
Isabella Rondón jamás pensó que de una receta de churros hecha una tarde junto a su familia surgiría un emprendimiento que le ayudaría a generar ingresos en estos tiempos de pandemia.
“Mi papá inventó realizar una churrera con una pistola grande de silicón acondicionando el pico para hacer la forma de un churro. La primera vez que los hicimos los guardamos en el congelador a esperar que llegara el resto de la familia y al sacarlos, prepararlos y probarlos, dijimos: vamos a vender churros congelados”, cuenta la joven sobre los primeros pasos de su empresa.
Isabella no está en este proyecto sola, la acompaña su hermana, el novio de su hermana y una amiga. Cuenta que esta iniciativa nació por la necesidad de reinventarse y poder tener un ingreso sin salir de casa.
“Estamos ofreciendo churros que se pueden disfrutar en la seguridad de casa y no necesitas estar estrictamente en una feria para poder disfrutarlos, es increíble poder cocinar tus propios churros caseros”, dijo.
“Además, los ingresos han estado bien. Recientemente hemos tenido buenas ventas y nuestros familiares por su parte se benefician haciendo los repartos”.
Rondón relata a la VOA que gracias al poder de las redes sociales han tenido mucho alcance en muchas zonas de Caracas e incluso en el extranjero. Una persona desde Estados Unidos los contactó a través de un tuit que vio e hizo un encargo para su mamá de 82 años que reside en la capital venezolana. Una muestra del éxito que ha logrado desde que transformó una receta familiar en un negocio para emprender durante la cuarentena.
“Los comienzos son difíciles, pero si inicias con un poco de esperanza todo es más fácil”, añadió Rondón.
Pastichos
Para Sonia Alvarado, quién vive en el interior del país (Carabobo), la idea de vender comida siempre había estado presente en sus planes a futuro, pero nunca lo llevó a cabo hasta que llegó la pandemia del COVID-19.
La situación económica que generó el decreto de cuarentena la empujó a hacer esa idea realidad y decidió comenzar con la venta de pastichos.
“Los primeros días vendiendo fueron buenos. La gente lo recibió con entusiasmo. Los dos primeros fines de semana tuvimos ventas, pero para el tercero comenzaron a bajar”, relató Alvarado.
“Difundimos la publicidad, pero no daba resultados. Creamos una cuenta en Instagram para ofrecerlos. A su vez, promocionaba los pastichos por mis estados de WhatsApp sin resultados. Hasta que un día, mi hijo mayor, que vive en Caracas, estaba preocupado y me ayudó escribiendo un tuit haciéndole publicidad a mis pastichos, eso trajo varios pedidos para ese fin de semana”.
Sonia explica que de no haber llegado la cuarentena su proyecto no se hubiese hecho realidad, pues estaba muy ocupada en otras responsabilidades de la vida diaria. Tiene muy en cuenta que esto le genera ganancias, pero asegura que considerar muchos factores, como la calidad de los productos con los que cocina y colocarle un precio accesible.
“Debo reconocer que la iniciativa del emprendimiento fue de mi esposo, porque yo soy un poco temerosa para estas cosas. Todos en la familia aportamos un granito para este proyecto que ahora es el que nos da de comer”, dijo.
La ayuda de las redes sociales, comenta Sonia, han sido muy importantes para ellos, no pensaron que iban a recibir tanto apoyo. Asegura que mientras ellos intentan ser una opción de comida sabrosa para las familias de Guacara, en el estado Carabobo, sus clientes permiten que ellos puedan tener su comida del día a día.
“Los comienzos son difíciles, pero si inicias con un poco de esperanza, pese a la situación que se vive cada día, las cosas mejoran eventualmente. Para que eso pase es muy importante el apoyo de la familia,” finalizó Sonia.
Con información de la VOA
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