El coronel retirado Luis Alfonso Dávila García fue presidente del Congreso de la República y testigo, por unos centímetros de distancia, de cuando Rafael Caldera le entrega la presidencia a Hugo Chávez y éste sentencia la muerte de la Constitución. Nacido en el estado Mérida, llega a Ministro del Interior, en el año 2000, y en febrero 2001 es designado Canciller.
Por Sebastiana Barráez | Infobae
Le pido que describa cómo recuerda a Hugo Chávez. “Con el paso del tiempo, como supremo conductor de lo que es, lamentablemente coincido o me hago coparticipe del historiador que lo califica como el más grande bellaco de la historia venezolana”.
Asegura que “en sus inicios Chávez estuvo impulsado por dos sectores antagónicos: de un lado los militares que participaron en el golpe de Estado de 1992, con el cual yo no tuve nada que ver; y, de otro lado, por pseudos políticos de izquierda que pretendían tomar el poder por la vía de las armas a semejanza de la revolución cubana”.
“Me opuse totalmente a esa vía y propugné la creación del Movimiento V República como la manera de encaminarnos por la vía electoral para el logro del gobierno. Fue la tesis que prevaleció con los resultados conocidos”.
Dávila se desempeñó en el Teatro de Operaciones N° 3 (TO3) y el Teatro de Operaciones N° 5 (TO5), “cuya actividad fundamental fue combatir las guerrillas de inspiración castro-comunista en Venezuela con resultados exitosos”. Pertenece a la Promoción del Ejercito Lino de Clemente de 1967. “Fuimos graduados de sub-tenientes antes de culminar el ciclo completo de formación de oficiales porque se requería nuestra presencia en los citados teatros anti-guerrilleros”.
-¿Cómo calificaría usted a las Fuerzas Armadas de hoy?
– La calificaría de débil, si es que se me pidiera una sola palabra. Es una “debilidad” programada y es el resultado premeditado de un plan entre cuyos objetivos estaba el desmantelamiento de la Fuerza Armada.
-¿Por qué lo asegura?
-Porque Hugo Chávez entendió que la Fuerza Armada representaba el mayor riesgo para echarlo del poder, más aún después de los sucesos de Abril 2002. Mirando hacia atrás, podemos observar nítidamente los pasos que se dieron para debilitar a los militares. Fueron misiles lanzados contra la estructura militar.
-¿Qué ejemplos puede colocar sobre eso?
-Primero, romper su moral (Ethos Militar), a través de la corrupción, la adulación y sobrepoblación en los grados más altos. Segundo, conversión de Suboficiales Profesionales de Carrera (SOPC) en Oficiales Técnicos, conversión de la Tropa en Oficiales. Tercero, el inadecuado manejo del personal femenino en las academias militares y cuarteles. Cuarto, politización; conversión de la Fuerza Armada en instrumento del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Quinto, subvertir el orden de mérito, sustituyéndolo por la evaluación política, exigiendo se “pusilánime”. Sexto, cohortes de oficiales enviados a estudiar a Cuba. Séptimo, fortalecimiento de los colectivos armados. Octavo, vigilancia y persecución bárbara, publicitada y aterradora. Noveno, administración del miedo.
– ¿Que lo hizo apartarse de la revolución?
-Más que apartarme de la “revolución” me aparté del gobierno encabezado por Chávez, por cuanto me percaté de que él se apartó del Programa que fue elaborado por un equipo en el cual yo participé y dentro del cual, entre otras cosas, en ningún momento se habló de “revolución”, tal como hoy día sus legatarios pretenden llamar a este gobierno.
– ¿Cuándo ocurrió eso?
No es fácil precisar con exactitud el momento exacto en que ello ocurrió, sin embargo, posteriormente al golpe de estado del año 2002 se operó en la actitud de Chávez, entre otros cambios, su entrega incondicional al dictador Fidel Castro, de tal suerte que impropiamente a su conducta de presidente de un país afirmó públicamente que Fidel Castro era su “taita”, tal como los soldados llaneros llamaban al general José Antonio Páez. En esa etapa se inició el desmontaje del precario equilibrio de la institucionalidad vigente en el Estado venezolano y paralelamente se inició la violación sistemática de la Constitución aprobada en el año 1999, que fue su leitmotiv durante la campaña electoral.
-¿Se siente usted responsable de ser parte de haber contribuido de llevar al país a la tragedia que se vive en estos momentos?
Sin tratar de justificarme debo decir que no me siento ni responsable y muchísimo menos el haber contribuido con la tragedia que se vive en estos momentos. Esto lo digo porque si bien es cierto que participé en el pasado ya lejano en altos destinos del Estado venezolano, no menos cierto es que mi conducta y mis ejecutorias en dichos destinos están expuestas al escrutinio público de quien quiera profundizar en su examen y análisis. No se puede olvidar, además, que el ambiente que se vivía en el país para la época en que Chávez ganó las elecciones, era de cambio y de transformación del status quo imperante, cuyas expectativas se tornaron fallidas; y, por consiguiente, no estuvieron a la altura de lo que el país esperaba y deseaba, esa fue una de las razones que coadyuvaron en mi retiro del gobierno.
-¿Presintió que pudiese llegar a ser tal la injerencia cubana en Venezuela?
Mira, conocía perfectamente, por intermedio del Dr. Ramón J. Velásquez, quien había sido Secretario de la Presidencia de la República del Presidente Rómulo Betancourt, del interés que tenía Fidel Castro por Venezuela y sus recursos para expandir la revolución cubana por América Latina, pretensión que fue categóricamente rechazada por el citado Presidente. Sorpresivamente por no presentirlo, a raíz de los sucesos del año 2002, Chávez torció el rumbo, inclinándose hacía los designios del dictador Fidel Castro. Esa fue junto con una marcada ineficiencia administrativa, otras de las razones determinantes que me llevaron a separarme del gobierno.
-¿Cómo es que usted se incorpora al movimiento de Hugo Chávez?
-Mi incorporación al movimiento de Chávez, a instancia y fervorosa invitación de él, se produce en el transcurso del año 1994 y después de su sobreseimiento por parte del Presidente Rafael Caldera. Venía de lejos mi relación militar con Hugo Chávez, pues fui Oficial de Planta de la antigua Escuela Militar, profesor de la Escuela de Blindados y luego con vecinas responsabilidades en Apure. Mientras Chávez comandaba un escuadrón en Elorza, me desempeñaba fundando el Grupo de Caballería Vencedor de Araure en Guasdualito. Posteriormente, fui su Comandante directo mientras comandaba y fundaba la Décima Brigada de Caballería en San Fernando de Apure. Ahora pienso que tal relación sembró en el ánimo de Chávez algún reconocimiento y estima por mi persona lo que llevó a hacerme la invitación a la cual ya me referí.
-¿Qué debe hacerse para que la Fuerza Armada pueda retomar el camino que le corresponde en defensa de la patria, del territorio y la soberanía nacional?
-Su reconstrucción pasa por la reconstrucción de todo el país. Debemos entender, y eso nos cuesta a los oficiales retirados que conocimos mejores tiempos, que el Ejército de hoy no es el de hace 20 años. No está cohesionado. Existen grupos, bandas que se han repartido negocios. La base de la institución, que es la disciplina, ha desaparecido y la psicología del militar la ha transformado, para mal. Pero no solo es la visión del elemento militar, el Estado como un todo está sumamente deteriorado y raya en el concepto de Estado Delincuencial. Mientras el país político se debate en una dualidad insostenible, el país nacional sufre la tragedia del día a día y se hunde en la desesperanza aprendida.
-¿Algunas experiencias o anécdotas durante su relación con la revolución bolivariana?
Chávez era un lenguaraz, incoherente, contradictorio y hasta cómico. En una oportunidad en la ciudad de Londres ante un nutrido público narró, que en Venezuela en un proceso que en el Congreso se le siguió al Presidente Carlos Andrés Pérez, lo salvó un diputado que vendió su voto; él mismo se preguntó que cuanto habría costado ese voto. Al bajarse del estrado le observé: ‘Usted acaba de enviar un misil para Venezuela’. Me preguntó qué había dicho. ‘Usted se refirió al diputado que habría vendido el voto, y era José Vicente Rangel, a quien usted días atrás designó Ministro de la Defensa’. Me replicó: ¿yo dije eso? Ciertamente eso fue lo que dijo y así ha quedado grabado. Su respuesta fue echarse a reír. La misma frase en los mismos términos los repitió un 17 de diciembre en Santa Marta estando presente el Presidente Álvaro Uribe de Colombia; ya para ese momento había designado a José Vicente Rangel Vice-Presidente de la República. De ello existen suficientes pruebas en nuestras hemerotecas.
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