Rodrigo Cabezas ha dado clases de Economía durante 37 años en la Universidad del Zulia, en Maracaibo, el estado y la ciudad que sintetizan de alguna forma el colapso de un país petrolero que alguna vez atrajo a personas de todo el mundo y que hoy está sumido en una tragedia económica y social sin precedentes.
Por Omar Lugo | El Estímulo
Es un país como arrasado por una guerra: con una profunda escasez de energía eléctrica, de combustibles, de agua, infraestructura y servicios de telecomunicaciones, educación y salud. Enterrado en una depresión económica que encadena siete años en fila, una hiperinflación de las más virulentas y largas de la historia económica mundial, y gobernado por una autocracia autoritaria que propaga el miedo y la represión.
Tierra del sol vejada
¿Cómo es vivir en Maracaibo hoy?
«Comentando con mis alumnos de la Escuela de Economía, del último semestre que hicimos intensivo, yo decía que nos ha correspondido a la gente de Maracaibo, y del Zulia en general, vivir casi un período del medioevo. Es decir, no tenemos servicio de agua potable sino cada 30 días, no tenemos servicio de electricidad desde hace tres años formalmente, e incluso ahorita hay problemas de racionamiento de electricidad de 6 a 12 horas. Sectores con 12 horas sin electricidad, hay un problema gravísimo de combustible, no hay gasolina. En este momento, solo hay gasolina para los funcionarios del gobierno. De la gobernación, de la alcaldía y de las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional. Es calamitoso lo que estamos viviendo».
La calurosa Maracaibo, a orillas del lago del mismo nombre, es la segunda ciudad más poblada de Venezuela y cuna de la industria petrolera de un país que alguna vez fue el mayor exportador mundial de crudo.
«Por supuesto, esto tiene un impacto dramático sobre la vida familiar, sobre la gente enferma, sobre los niños.También tiene un impacto sobre la economía, porque ha ayudado a que se ralentice más la actividad económica en el estado Zulia, de manera muy delicada. Estamos viviendo una situación muy fuerte desde el punto de vista estrictamente humano, sobre todo el tema eléctrico, porque nos pega demasiado», resume Cabezas.
«Es por una ausencia de inversión en los últimos años, y como el Zulia está en el occidente de Venezuela, a la cola del sistema eléctrico, pues estamos padeciendo esta situación tan dramática. No tener transporte, no tener gasolina, no tener electricidad, no tener agua… es una situación muy precaria, la verdad. Es muy precaria nuestra calidad de vida».
La descripción que hace Cabezas parece la del cuadro dramático de una posguerra. Lo que ocurre en el Zulia contradice a muchos teóricos que pensaban que la precariedad económica y la pobreza podrían ser motores de cambios sociales, algo que al parecer solo ocurrió en la Revolución Francesa.
¿No es curioso que siendo el Zulia famoso por el carácter y temperamento de su gente estén aceptando pasivamente ese destino? ¿Que no haya grandes movilizaciones y protestas? ¿A qué se debe eso?
«La crisis es sistémica, no hay una sola área de la vida humana que no esté afectada, que no se haya reducido, que no se haya empequeñecido o que esté, en este momento, prestando el servicio que debería. La educación, la salud; los hospitales en emergencia y sin capacidad de atender a los enfermos. El tema de no tener gasolina. Entonces, la vida cotidiana de nosotros es todos los días buscando cómo resolver. Cómo poner un poquito de gasolina. Buscando cómo resuelves este tema de la electricidad. Los que pueden comprar una planta (generadora), están los que tienen que llevar los alimentos a otro sitio para que no se pierdan. La cotidianidad es agobiante, ha paralizado la capacidad de protesta», explica.
Pero en las últimas noches de la semana de esta entrevista, en Maracaibo ha habido muchas protestas, ESPECIALMENTE en los sectores populares, que reclaman, sobre todo, electricidad.
«Ojalá los gobernantes, o los que mal gobiernan, pueden escuchar esta voz del pueblo. Porque yo, por supuesto, soy contrario a toda posibilidad o acto de violencia. Pero el malestar en el Zulia es muy grande, y eso es tierra fértil para cualquier protesta de la gente. Es decir, se está llegando al límite y no se puede jugar con la paciencia».
El gobernador del Zulia, el chavista Prieto, amenazó con meter las fuerzas policiales en las casas de quienes protesten.
«Yo creo que al gobernador del Zulia ni siquiera se le ha ocurrido leer el informe de las Naciones Unidas, en el que califican al gobierno de este país como violador de derechos humanos. Muy grave todo ese informe, como para que hoy en la mañana le diga a los zulianos que al que proteste se le va a meter en su casa con la FAES (la temida Fuerza de Acciones Especiales de la Policía Nacional, acusada de ejecuciones extrajudiciales y torturas), con la Guardia Nacional».
Desprecio por la economía
¿Cómo llegó a este punto un país con los mayores recursos petroleros del mundo? ¿Cómo se produjo este colapso?
Yo me he respondido eso desde mi punto de reflexión crítica; porque, como bien decías, estuve en el gobierno de Hugo Chávez. Fue hace 13 o 14 años, ya bastante, como ministro de Finanzas, en el 2007. Entregué el ministerio el 7 de enero de 2008 y formé parte de la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) con un sueño, con una esperanza, como militante socialista, de que íbamos a construir una sociedad de la igualdad, de la justicia. En el sentido bolivariano de la mayor suma de felicidad posible.
La primera razón de este colapso, de este deterioro, de esta caída continua desde el 2014 -en términos estrictamente numéricos del Producto Interno Bruto- de la actividad económica venezolana, es el profundo desprecio que por la ciencia económica sienten quienes dirigen la nación bajo el liderazgo del señor Nicolás Maduro.
«Capaces de poner en el Ministerio de Finanzas, en el Banco Central de Venezuela (BCV), a iletrados en materia de política económica. Creer que era posible jugar con la economía, colocando al frente del gabinete económico a gente que no estudió los temas de la ciencia económica, de la política económica, de los programas de estabilización económica cuando hay crisis (…). Por tanto, tú observas: «Oye, ¡la ministra de Finanzas de mi país!». ¡Por favor de los favores de los favores! ¡Un ministro de Petróleo y Energía de mi país que es un profesional de la abogacía, que no sabe nada de petróleo y energía! Esa es la primera razón», dice sobre la abogada Delcy Rodríguez, estrecha colaboradora de Maduro, y sobre el también abogado Tareq El Aissami, ministro de Petróleo.
«La segunda razón de este estado de cosas es que cuando comienza la crisis, 2014-2015, y el sector externo comienza a mostrar indicadores delicados de caída de la actividad y del ingreso del petróleo, había que aplicar un plan de estabilización y refinanciar la deuda externa de la República, a más tardar a finales de 2016».
«Entonces, como estos no sabían qué hacer, nada se hizo. Y no aplicó ningún programa de estabilización, de manera que la caída de los ingresos no afectara el gasto. Más bien recurrieron, desde el mismo 2014 y el 15, el 16, y el 17, el 18, el 2019, e incluso el 2020, a monetizar el déficit fiscal, con una emisión monetaria a borbollones.
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