Como si de un país con una economía radicalmente liberal se tratase, la figura del salario mínimo en Venezuela desapareció ante la mirada cómplice del Estado, por lo que el libre mercado empieza a encontrar sus propios baremos y tarifas mientras se quebrantan decenas de leyes laborales.
El régimen de Nicolás Maduro está lleno de tradiciones y símbolos que construyó a lo largo de sus 22 años en el poder. Mensajes y decretos repletos de demagogia que han configurado a un séquito fiel que los difunde como logros.
Este es el caso de los aumentos salariales, que de manera casi religiosa son incrementados cada día del trabajador, festividad celebrada el 1 de mayo. Al menos una vez al año, el mandamás del chavismo ordena un nuevo monto mínimo a pagar por parte de empresas públicas y privadas.
Con esta práctica logró fraguar un registro que a cualquier país o gestión le costaría igualar: 51 aumentos salariales durante la administración chavista.
Ese promedio de 2,3 aumentos salariales por año fue usado hasta hace tan solo un par de años como un logro por parte de la dictadura, un eslogan que presume éxito y compromiso con la población. Pero desde 2019 este discurso dio un giro de 180 grados.
Los seis ajustes salariales que Nicolás Maduro decretó durante 2017 —en una persecución ilusoria contra la inflación que ese mismo año escaló a hiperinflación— contrastan con el único incremento ordenado este año, por supuesto, en el marco del Día del Trabajador.
Pero la frecuencia no es lo único que ha cambiado. El poder adquisitivo del venezolano se reduce día a día, semana a semana, mes a mes. El último ajuste dejó en evidencia la escasa importancia que le da el chavismo a esta realidad, pues el régimen configuró un sueldo mensual de apenas Bs 7 que se mantiene vigente y equivale a 1,75 dólares estadounidenses.
De acuerdo con el Banco Mundial, el umbral de la pobreza extrema se define por un ingreso de 1,90 dólares diarios. En Venezuela, el salario mínimo es incluso inferior a este parámetro por mes. Diariamente la remuneración legal pasa a ser 0,05 dólares.
En el ámbito internacional, la situación de Venezuela es un misterio difícil de entender ¿Cómo es posible vivir con un sueldo de 5 centavos de dólar diarios? La respuesta es que no se puede.
La remuneración mínima es prácticamente una ilusión y, como si de un país con una economía pronunciadamente liberal —contrapuesta al socialismo promovido a capa y espada por el chavismo— se tratara, es el mercado libre el encargado de establecerlos.
Así lo explica Marielena Alvarado, experta en relaciones industriales y recursos humanos, al afirmar que el Gobierno ha relegado al sector privado definir las escalas salariales en el país.
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