El rostro de Martha Carolina Recinos de Bernal aparece en una presentación que preparó la fiscalía general de El Salvador en 2021 para resumir una investigación por crimen organizado que involucra a varios funcionarios del gobierno y que arrancó en 2020, poco después de la llegada del presidente Nayib Bukele a la presidencia. Ella es, según los fiscales, parte de un “centro de poder” que tiene “injerencia en la toma de decisiones del gobierno” con una finalidad de “acumulación de poder”.
Por Infobae
La fiscalía salvadoreña abrió esa investigación poco después del cierre del país por la pandemia de Covid-19, con ayuda de la Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (CICIES), y posteriormente con la del gobierno de los Estados Unidos a través de la llamada Fuerza de Tarea Vulcano, formada por agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI en inglés), del Departamento del Tesoro y de la Agencia de Control Antidrogas (DEA en inglés). Lo que descubrieron, según los informes en los que aparece el nombre de Recinos de Bernal y de los que Infobae tiene copia, es que la Casa Presidencial de Bukele dirige una empresa criminal.
Recinos de Bernal es, desde el 1 de junio de 2019, la comisionada presidencial para operaciones y gabinete de gobierno, que es lo equivalente a la jefa de gabinete de Nayib Bukele. Es, en una palabra, una de las mujeres más poderosas del bukelismo. Ella y Sara Hannah Georges, una asesora venezolana cercana a Karim Bukele, hermano del presidente, son en la práctica los nexos entre todas las secretarías, ministerios y oficinas de gobierno con la casa presidencial. Todos, Bernal, Hannah Georges y Karim Bukele, aparecen en las investigaciones de la fiscalía general (FGR).
De acuerdo con el informe de la FGR, Karim Bukele y sus hermanos, Ibrajim y Yusef, están a la cabeza del “centro de poder”, del que emanan todas las directrices hacia los funcionarios y asesores de Nayib Bukele, e inmediatamente debajo de ellos, en la línea de mando, están Recinos de Bernal y Hannah Georges. El fin último de ese centro de poder y de las instrucciones que de él surgen, dicen los fiscales, es “cometer delitos dolosos… como un instrumento para acumular poder y obtener lucro”.
El prontuario criminal de esta estructura, de acuerdo con las pesquisas de investigadores salvadoreños y estadounidenses, incluye el uso de recursos y fondos públicos para mantener un pacto de gobernabilidad con las pandillas MS13 y Barrio 18, el desvío de dinero del Estado destinado a atender la emergencia por Covid-19 con fines político-electorales y la creación de plazas fantasma en el sistema carcelario salvadoreño para obtener dinero de forma ilegal, entre otros.
A todo eso, en el caso de Carolina Recinos de Bernal, se suman otras acusaciones. La más reciente, según reportó la periodista salvadoreña Loida Martínez, es que la jefa de gabinete usó su influencia para que una oficina de becas del gobierno diera 25.000 dólares a su nuera, Karen Alvarenga de Bernal, para mandarla a estudiar a Rusia.
La relación de Recinos de Bernal con la Federación Rusa de Vladimir Putin viene de antes: su esposo, Arnoldo Bernal, un viejo dirigente de la izquierda salvadoreña, fue embajador de El Salvador en Moscú durante el gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y los primeros años de la administración Bukele.
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