«Desde que no hay visitas por la cuarentena estamos pasando hambre porque el pase de paquete no es igual. El viernes los guardias comenzaron con un aplique con la paquetería y un grupo de presos comenzó a protestar; a formar lío porque los guardias dejaban pasar un paquete y el otro se lo quedaban ellos. Las mujeres afueras estaban haciendo cola desde las 10 de la mañana para ingresar la comida y eran la 12:30 del mediodía y habían pasado muy poca y fue ahí cuando comenzó el alboroto».
Así es el breve relato que hace «Carotica» sobre lo ocurrido minutos antes de la masacre en el Centro Penitenciario Los Llanos (Cepella) de Guanare estado Portuguesa donde se registró un tiroteo que ha dejado saldo, hasta el dos de mayo a las 5 de la tarde, de 47 privados de libertad fallecidos, 75 reos heridos de los cuales 13 se encuentran grave de salud. Este hombre es uno de los presos que sobrevivió «al desastre, la locura que hubo aquí» como lo confiesa en un breve contacto que hizo con Una Ventana a la Libertad (UVL).
Entre los lesionados de este motín se encuentra el director del penal Carlos Toro y una teniente de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) identificada como Escarlet González Arenas, a quien la impactaron cinco esquirlas de un artefacto al interior del área destinada para los funcionarios. Sobre su condición de salud poca información se supo.
«Carotica» detalla que los reos que se encuentran en el área «administrativa» junto a los «manchados» (presos que están castigados por el líder negativo de la cárcel y viviendo en condiciones deplorables) iniciaron la protesta contra los GNB cerca de la «tela», división que existe entre la población penal, el conscripto militar de Guanare y el comando castrense del Cepella.
«Cuando comenzó la protesta para que dejaran pasar los paquetes de comida completa, los guardias empezaron a apuntarnos y a amenazarnos. Eso alborotó todo y en un instante comenzó la plomazón» narra el presidiario que tiene un año recluido allí luego de estar en el Centro Penitenciario David Viloria (Uribana) del estado Lara.
Lo brevemente narrado por «Carotica» coincide con la versión que ofrecieron los familiares de reos este 2 de mayo cuando acudieron a las cercanías del Cepella. Marlin Hernández y Jessica Jiménez, esposas de dos privados de libertad sobrevivientes de la masacre, se encontraban el primero de mayo haciendo la cola frente al portón principal de la cárcel para hacer entrega de paquetes. Ambas confirmaron que los reos fueron brutalmente masacrados por los militares cuando éstos reclamaban el retraso en la entrega de bolsas con comida, algunos víveres y artículos de higiene personal, modalidad que es una rutina carcelaria y que se aplica con frecuencia semanal luego de que el gobierno nacional suspendiera las visitas familiares en los centros de reclusión como acción preventiva ante la pandemia del coronavirus.
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