Sin acceso a agua potable, irregularidades en la distribución de alimentos, falta de comunicación con sus familiares y constantes apagones sobreviven los reclusos del Centro Penitenciario de la Región Andina (CEPRA) en el estado Mérida.
Nota de Prensa
Carolina Girón, directora del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), señaló que la situación de este penal no es distinta a la del resto de los centros penitenciarios en Venezuela y recalcó que la precariedad a la que sobreviven los 995 presos que alberga el CEPRA es realmente preocupante. “La alimentación que reciben es escasa, en mayo protestaron por esta razón y la respuesta del Ministerio Penitenciario fue trasladar a 150 presos hasta el Centro Penitenciario de Occidente (CPO)”, añadió.
La abogada y defensora de derechos humanos señaló que la ingesta diaria de los internos del CEPRA está compuesta por arroz blanco sin acompañante y agua de lentejas y otros granos. Asimismo, enfatizó el nulo acceso de la población penitenciaria a agua potable, por lo que consumen el agua contaminada de la quebrada La Sucia, en la cual abundan heces de animales y otros desechos que podrían tener efectos devastadores en la salud de los reclusos.
Otro de los males que aquejan a los reos de la región Andina son los constantes cortes de electricidad, a pesar de que el penal tiene una planta pero ésta se encuentra en muy mal estado. En ese sentido, se conoció que los internos deben activar la planta cuando se va la luz y uno de ellos resultó herido en una oportunidad con quemaduras en varias partes del cuerpo.
Caminan hasta 45 minutos para llegar a la cárcel
Al igual que en otros recintos, en el Centro Penitenciario de la Región Andina fue reactivado el ingreso de paquetes e insumos para los reclusos cada 15 días, pero desde hace tres semanas los familiares tienen muchas dificultades para trasladarse por un paro de transporte en la región.
Es por esta razón que algunas madres, esposas y demás familiares deben ingeniárselas para llegar hasta el penal y entre ellos se turnan para finalmente entregar los paquetes. No obstante, lo más cerca que pueden llegar es hasta la zona de El Estanquillo y desde allí deben caminar distancias de hasta 30 kilómetros, que son aproximadamente 45 minutos caminando.
“Muchas de las madres son personas de la tercera edad, esposas que deben trasladarse con niños a los que no pueden dejar solos por una u otra razón en sus hogares, solo para llevar un poco de alimento a sus seres queridos que se encuentran bajo la responsabilidad del Estado. A estas mujeres también se les está vulnerando sus derechos”, puntualizó la directora de OVP.
Prensa Observatorio Venezolano de Prisiones
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