El 15 de diciembre de 1999 es conocido como el día en el que la montaña decidió encontrarse, cara a cara, con el mar. El deslave de Vargas es la tragedia natural más grande que ha ocurrido en Venezuela. Las cifras oficiales, en ese momento, reflejaron 16.000 personas fallecidas, 94.000 damnificados y 130.000 evacuados.
Por José Miguel F. | El Diario
Ese día el perro de la familia Pérez Mercado, llamado Orión, ladró toda la mañana, como si dentro de él la tragedia se anunciara.
Su dueño, Mauricio Pérez Mercado, entendió el nerviosismo de Orión y decidió trasladar en la madrugada del 15 de diciembre a su familia para la azotea de la casa. Durante los días anteriores la lluvia fue intensa e indetenible en el litoral. El 6 de diciembre el centro de información de la Fuerza Aérea Nacional informó que en el estado Vargas estaba lloviendo tres veces más que el promedio histórico de la zona. Luego, en la misma semana se informaron los primeros deslaves en carreteras y vías principales. La lluvia no se detuvo en todos esos días y las cifras eran alarmantes.
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El 14 de diciembre de 1999, mientras el país se preparaba para el proceso electoral para escoger la nueva Constitución de Venezuela, en el estado Vargas las precipitaciones se mantuvieron. Los bomberos de la región declararon el estado de alarma. Sin embargo, ese mismo día cuando la prensa le preguntó al presidente recién electo en 1998, Hugo Chávez Frías, si cancelaría las elecciones por las lluvias en Vargas, su respuesta, recordando una famosa frase de Simón Bolívar, retumbó con soberbia en la montaña llena de agua. “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”, dijo.
La naturaleza no obedeció y la lucha se volvió una tragedia. Al día siguiente, el 15 de diciembre, la montaña se encontró con el mar. Ese día comenzaron los deslaves de mayor gravedad en la serranía del Ávila, que causaron el desbordamiento de distintos ríos, cuyo caudal, normalmente, es de escasa longitud. Asimismo, la fuerza del agua provocó el movimiento de grandes extensiones de tierra, piedra y barro que arrasaron con todo a su paso. Las piedras de nueve metros de alto bajaban a alta velocidad por las cuencas de los ríos. Las zonas aledañas a los desembocaderos sufrieron el golpe de los vestigios de la montaña.
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