Frank, Antonio y William eran amigos de toda la vida. Se conocieron en el barrio, compartían una historia. Estudiaron y jugaron juntos.
Por CARLOS D’ HOY / EL UNIVERSAL
Con el pasar del tiempo, los amigos se separaron, las carencias y las aspiraciones marcan el rumbo de cada quien. De ese grupo algunos estudiaron y trabajaron, otros se acercaron a grupos más atrevidos que ostentaban niveles de vida que muchos quisieran tener.
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“Las bandas nacen de esos grupos, por lo general se trata de amigos que incursionan en la vida delictiva por ocio o por falta de control por parte de los adultos. Muchos abandonan esa vida rápidamente, otros no tanto” señala el criminólogo Javier Gorriño, director de Seguridad Ciudadana del municipio El Hatillo.
Agrega que la impunidad se convierte en un gran estímulo para los delincuentes, “al ver que es más fácil salir a robar y en un día hacer, lo que no ganarían en un mes de trabajo honesto, el joven termina sintiéndose más fuerte y para colmo se sienten amparados en que sus crímenes no serán castigados, se empoderan y muchos se quedan en esa vida”, agrega.
Cuando hace falta el dinero basta con salir a “chambear, o sea salir a robar para comprar comida, ropa, bebidas, mujeres, drogas, motos, y nunca falta un regalo para mamá, quien no pregunta de dónde viene el dinero, calla porque silenciosamente sabe su origen”.
Bandas primarias
A juicio del criminólogo Fermín Mármol García, hay dos tipos de bandas primarias: las de amigos que por lo general actúan fuera de su área de residencia y las bandas de los excluidos (niños de la calle, adictos, sin techo) que actúan en los mismos lugares donde habitan. De estos grupos las que tienen más éxito son las primeras, que pueden evolucionar y crecer, las segundas por lo general existen mientras las autoridades no les limiten o combatan su existencia.
“De la cárcel pa la calle”
En medio de la crisis carcelaria que vivió Venezuela entre los años 2009 y 2013, las cárceles se convirtieron en zonas libres del control del Estado. En ese entorno los presos organizaron bandas, surgió el pranato como estructura de la banda carcelaria, modelo que fue replicado por las bandas de las calles.
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El pranato impuso un nuevo estilo de organización criminal, con figuras que asumieron funciones, tanto del control delictivo, hasta con vocerías presuntamente legitimadas.
“Además las mafias carcelarias exportaron el modelo perverso del ajuste de cuentas penitenciario. Las masacres y descuartizamientos, que ocurrían en las cárceles, se replicaron en barriadas de casi todo el país”, explicó Mármol García.
También extendieron su control fuera de los muros de las cárceles, surgieron organizaciones como el Tren de Aragua, que opera desde la cárcel de Tocorón y controla gran parte del centro del país. Las bandas de las calles evolucionaron copiando ese modelo. Crearon estructuras complejas e incorporaron elementos tecnológicos utilizados por los organismos de seguridad como radios, teléfonos, computadoras, GPS, que las hacen más eficientes y mejoraron su sistema de seguridad, cuentan con armas más potentes, sistemas de información y espionaje para sobrevivir al cerco policial.
Ejemplo de esta evolución son las bandas de secuestradores con una de las estructuras más complejas del mundo criminal. Su estructura incluye “dateadores” que estudian a las víctimas, los “pegadores” y conductores que cometen el secuestro, los “enfriadores”, que mantienen a la víctima aislada, los negociadores, los que cobran el rescate, parqueros que esconden las armas, señala Gorriño.
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Muchos de ellos no se conocen, son una especie de outsourcing o subcontratación que protege a los líderes de la banda.
Pseudopolíticos
A juicio de Mármol García, otro tipo de bandas son los llamados pseudosindicatos, los grupos armados conocidos popularmente como colectivos, los grupos guerrilleros colombianos y los paramilitares. Se trata de organizaciones nacidas dentro del proceso revolucionario que se amparan en un supuesto discurso político, pero que operan como bandas armadas que intimidan y extorsionan.
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