La corriente es fuerte pero el trabajo no cesa. Extraer toda la chatarra que puedan es prioridad para los cuatro jóvenes, que sumergidos hasta las rodillas entre las aguas del río Guaire, esperan poder convertir en sustento esas ocho o diez horas allí, en busca de cualquier objeto metálico que puedan vender.
Por Raylí Luján | Bloomberg Línea
No es la primera vez ni son los únicos. En varios puntos del caudal que atraviesa Caracas, decenas de hombres, vestidos únicamente con pantalones cortos o shorts impermeables, intentan obtener un ingreso extra con su búsqueda en el contaminado río.
Desde hace más de cinco años se les observa en el lugar, sobre el que alguna vez reposó la promesa chavista de sanearlo, sin ser cumplida.Algunos viven en los alrededores, entre los escombros y la basura que rodea a la principal vía fluvial de la capital venezolana, otros han encontrado una segunda opción para completar el mes.
Entre ellos hay albañiles y carpinteros, que aseguran obtener con el material extraído del río Guaire, una ganancia mucho mayor que la de sus oficios regulares. Antes, se creía que sólo hallaban oro, o eso intentaban, pero las redes que han improvisado y que se encuentran dispuestas en puntos estratégicos, también les permite alcanzar otros metales o chatarra que son reagrupadas y vendidas a casas de empeño o “clientes”, como ellos refieren, que les han contratado.
“En un buen mes, dependiendo de lo que traiga la corriente, puedo hacer entre 100 y 200 dólares, depende de lo que saque también. 100 gramos, 200 gramos o hasta un kilo. Aquí hay de todo, bronce, plata, metal, cadenas de acero inoxidable”, cuenta Alejandro*, quien se acerca a las orillas del río desde las 6 de la mañana, y en muchas ocasiones se queda hasta pasadas las 4 de la tarde.
Pero, ellos, los ‘mineros del Guaire’, como se les conoce, son apenas un eslabón de una gran cadena de venta de chatarra en el país, que desde 2019 se convirtió en un producto de exportación, con un ingreso de hasta 454 millones de dólares en 2021, acorde al más reciente informe de Transparencia Venezuela junto a Ecoanalítica.
En febrero de este año, Carlos Lozano registró un video en la entidad con un joven que empujaba una carretilla con chatarra, entre ella una gran nevera, lo que una vez procesado y reciclado, equivaldría a apenas 8 dólares. Lozano, sin embargo, hacía referencia al negocio detrás de la exportación de esas pequeñas ruma, sumado a otros mecanismos ilegales, como la extracción de grandes cantidades de material férreo desde empresas del Estado.
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