Cuando Mónica (*) llegó al área de pediatría de la Ciudad Hospitalaria dr. Enrique Tejera (CHET) se encontró de frente con la desidia y uno de los peores rostros de la emergencia humanitaria compleja. Y con los días, el panorama empeoró.
Ella fue la tarde del martes 21 de septiembre con su hija, quien presentaba un proceso bronquial. Dos cosas llamaron su atención desde el primer momento: el hacinamiento calculado en más de 170 % porque en un espacio para 18 niños había más de 50, y la falta de aire acondicionado que hacía la estancia en el lugar casi insoportable.
Pero al menos los pacientes estaban siendo atendidos, aunque la mayoría de los exámenes de laboratorio debían hacerlos en centros privados y que tenían que comprar insumos y medicamentos que les pedían.
Llegado el viernes, el déficit de personal se hizo evidente. No había enfermeros suficientes y las consecuencias las pagaron directamente los pacientes. “Todos los padres estamos sumamente preocupados porque hay niños que van para la tercera dosis de medicamentos que no les ponen porque no hay quien lo haga… Los niños están empeorando en vez de mejorar”.
Su hija comenzó a evolucionar favorablemente al tercer día en la CHET. Pero el sábado presentó fiebre y la orden de la doctora de guardia fue realizarle un hemocultivo. “No había quien le tomara la muestra para poder llevarla al laboratorio de una clínica, eso está colapsado”.
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