Pese a ser un parque nacional, el Yapacana se ha convertido en uno de los puntos críticos de la explotación minera al sur de Venezuela. Conozca la historia de una transportista, quien será el timón que guiará el recorrido para llegar a las minas, los puntos de control, el costo del pasaje, el fleteo de la mercancía y la vida en una mina.
Con la voracidad de una mujer “echada pa’ lante” y quien dejó atrás los miedos, sus palabras van soltando los detalles de su nuevo trabajo como transportista hacia las minas del estado Amazonas. Al igual que otros habitantes de Puerto Ayacucho, ella se vio obligada a buscar, en la explotación minera, una posibilidad de sustento para hacerle frente a la crisis económica que atraviesa Venezuela. Así que cambió el negocio del comercio por el de transportar pasajeros y mercancía hacia las minas.
Aymara, a quien llamaremos así para proteger su identidad, partió desde el Puerto de Morganito, municipio Autana, en 2020, cuando el pueblo amazonense estaba en plena pandemia. Ella ya poseía un barco y, sin conocer muy bien la ruta, contrató a un ayudante y a un motorizado que la acompañaran en esa aventura. Solo llevaba para negociar unos galones de gasolina, además de los pasajeros, quienes se trasladaban con su respectiva mercancía, la cual ella debía “fletear”.
Al preguntarle sobre la existencia de mujeres transportistas, contestó que son ellas las que más trabajan en el “fleteo de mercancía”. A su consideración, son las que mejor saben negociar. Recordó para El Diario que en su primer día como transportista le tocó presentarse ante quienes tienen el control de las minas: la guerrilla y el comité indígena, además de mostrar lo que llevaba en su barco, porque es allí donde establecen el llamado “flete” que deben pagar por la mercancía. Esto último, por lo general, se hace a cambio de otros productos o parte de la mercancía que lleva cada pasajero. Por eso es que el pasaje tiene un valor con flete o sin él; es decir, 100.000 pesos colombianos solo el pasajero (26,9 dólares), 150.000 pesos o más (40,38 dólares) si se debe fletear la mercancía.
Aymara confesó que poco a poco fue aprendiendo, hasta que logró establecer ella misma lo que “va a colaborar” por la mercancía que transporta. De la misma manera, aprendió a conocer la ruta para las diferentes minas que bordean el cerro Yapacana, ubicado en el Parque Nacional Yapacana.
El inicio del recorrido
El Puerto de Morganito, en el municipio Autana, es el punto de partida de los bongos que tienen como destino las minas del Amazonas venezolano. Desde allí hasta San Fernando de Atapabo se puede llegar en un tiempo de dos o tres horas, por la vía del río Orinoco. En este trayecto, el primer punto de control se encuentra en Isla Ratón, en el cual hay efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Armada venezolana.
A decir de Aymara, desde el primer punto se navega corrido hasta llegar al poblado de Amanaven en territorio colombiano, o a Atapabo en territorio venezolano. Sin embargo, la mayoría de los transportistas prefieren pasar por el primer punto para surtirse de gasolina y no del lado nacional, pues argumentan que en este “molestan mucho más”.
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