Entre el 17 y el 22 de agosto de 2020 fueron inhumadas en el Cementerio Municipal de Valencia, unas 36 personas que fallecieron presuntamente por COVID-19.
Con información de Crónica Uno
En el camposanto habilitaron la zona más alejada para abrir fosas comunes y enterrar a las víctimas de la pandemia. En este son sepultados a unos cinco metros de profundidad, pero quienes desean saber el lugar exacto donde están los restos de sus familiares, pueden optar por el servicio de tumbas unitarias, el cual es ofertado en divisas.
Solo un sepulturero se encarga de hacer estos entierros con condiciones especiales. El hombre, que prefirió dejar su nombre en reserva, lleva ocho años trabajando en el Cementerio Municipal de Valencia. Aseguró que de esos cuerpos que ha sepultado solo dos llegaron en bolsas herméticas, y provenían del municipio San Joaquín. El resto ha sido trasladado en bolsas negras.
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El proceso de entierro empieza en horas de la tarde, cuando ya han cerrado las puertas del cementerio. El sepulturero relató que funcionarios del Cicpc llevan los cuerpos. Han enterrado hasta seis cadáveres en una misma fosa. Los deudos que prefieren conocer el lugar de sepultura pagan 60 dólares por una tumba unitaria. En este pago se garantiza el material de entierro, que consta de: tabelones, cemento, arena y agua. También deben proveer la urna, que es ofertada en 50 dólares. Pasados cinco días pueden visitar la tumba de su familiar fallecido.
Las fosas comunes se ubican más arriba del sector Los Lirios y tienen cinco metros de profundidad, cavados con maquinaria. Foto: Leomara Cárdenas
En el sector Los Lirios, donde se están cavando las fosas comunes, se percibe un fuerte olor a descomposición. El sepulturero asegurara que “Esos muertos están bien podridos, esos van para allá arriba a las fosas comunes, muchos son cuerpo que no reclamaron los familiares”.
El hombre que sepulta estos cuerpos y que tiene tres hijos utiliza un traje hermético de color blanco; debajo de esa indumentaria lleva puesto tapabocas, guantes, lentes y mono quirúrgico. Al terminar su labor se baña con cloro y jabón. Dice no tener miedo porque no manipula directamente los cadáveres, le llama la atención que no todos los cuerpos llegan en bolsas herméticas.
Con información de Crónica Uno
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