Habitar un país bajo las políticas de persecución, escasez, alto costo de la vida, violencia y miedo es sumamente difícil para quien busca ofrecerle a su familia una existencia digna. Es por ello, que escapar de las garras del régimen de Nicolás Maduro se ha convertido en la misión de un gran número de venezolanos.
Por Ana Guaita Barreto y Daniel Mendez Chacón / lapatilla.com
Emigrar hacia Latinoamérica en algún momento de la última década fue una salida, sin embargo, la vida en la región sur del continente se hizo cuesta arriba con la llegada de tantos venezolanos a estos espacios.
Ante esta realidad, Pepe, de 34 años, oriundo de La Guaira, copeyano, perseguido del régimen de Maduro y padre de un pequeño de apenas 2 años y medio, tomó la decisión de abandonar su país natal en el año 2018 y se instaló en Ecuador, una tierra que le dio la oportunidad de establecerse mientras Venezuela atravesaba por el momento más oscuro de su historia contemporánea. Sin embargo, en el 2022, tras su regreso a casa en Maiquetía (La Guaira – Venezuela), se encontró con una encrucijada: vivir en medio del desastre económico, social y político provocado por el chavismo o emigrar nuevamente.
“Pepe”, como es conocido por sus familiares y amigos, consideró que para brindarle lo necesario a su esposa y a su pequeño hijo, Estados Unidos sería la opción adecuada, así que decidió emprender un largo viaje que comenzó en el litoral central de este país caribeño y terminó en el centro de procesamiento de migrantes en la ciudad de Texas en Norteamérica.
Aunque parece sencillo, este camino no fue nada fácil de recorrer para alguien que dejó atrás una vida entera y varios amores: el sus padres, su esposa, su hijo… su país.
En exclusiva para lapatilla.com, este joven migrante reveló cómo fue la experiencia de recorrer por tierra los peligrosos senderos desde Venezuela hasta el norte del continente americano buscando la manera de huir del régimen de Maduro.
Trayecto largo y doloroso
La travesía entre Venezuela y Estados Unidos está plagada de dificultades y la principal es la Selva del Darién. En este lugar, bautizado como un “infierno” por aquellos que se atreven a cruzarlo, han fallecido decenas de venezolanos durante los últimos años.
Nuestro entrevistado, quien logró salir con vida de este cruel terreno, contó con lágrimas en sus ojos, que dos de las personas que viajaban en el mismo grupo fallecieron en este inhóspito punto entre Colombia y Panamá.
Una zona montañosa, sin refugio, repleta de animales, precipicios continuos, súbitas crecidas de caudalosos ríos, testigo de enfrentamientos entre paramilitares, carteles colombianos y la guerrilla, lugar en el que el Clan del Golfo y otros grupos armados ejercen el control: eso es la Selva del Darién.
En medio de este “infierno”, Pepe detalló que, aunado al cansancio de caminar por este sendero irregular, sufrió picaduras de insectos que hicieron su avance mucho más complejo y doloroso, sin embargo esto no fue lo único que tuvo que resistir: la crecida de un río le arrebató sus pertenencias… quedó sin celular, sin zapatos, sin ropa, pero con una bolsa negra donde resguardaba enlatados para su alimentación durante el viaje, su pasaporte, unos pocos dólares y mucha fuerza de voluntad para seguir adelante.
Tras este suceso, los compañeros de viaje se solidarizaron con su situación y le entregaron algunas de sus prendas de vestir para culminar este trayecto.
Este viaje de tres días atravesando inimaginables circunstancias adversas llenó de ganas a todos aquellos que por allí transitaban: “La voluntad de esas personas fue lo más impactante que vi… mujeres con tres hijos cruzando la selva del Darién, hombres con maletas e hijos. Es increíble”, comentó Pepe en esta entrevista exclusiva.
Del sur al norte
La travesía de este guaireño no comenzó durante el 2022. Pepe fue un perseguido político del régimen de Maduro durante varios años. Su figura como secretario juvenil del partido Copei lo hizo un objetivo claro de las autoridades chavistas que se negaban (y se niegan) a aceptar el descontento de los ciudadanos venezolanos. “En varias protestas fui víctima de golpes… y no solo yo; mis padres también”, lamentó.
“En el año 2018, debido a la situación económica y la persecución política que vivíamos los líderes juveniles de la oposición, decidí irme a Ecuador”, rememoró este migrante, que sin pensar en los riesgos que debía atravesar, prefirió arriesgarse en medio de un camino desconocido pisando los territorios de las naciones de Latinoamérica y Centroamérica hasta llegar a su destino final, Estados Unidos.
En su andar, Pepe conoció tierras que no imaginó conocer… una de ellas fue Nicaragua.
“Me di cuenta de algo muy elemental: el socialismo es malo. Ha destruido países, naciones enteras y la muestra es Nicaragua. En contraste con Colombia, Panamá, Costa Rica, que son naciones prósperas, Nicaragua está hundida en la miseria al ser gobernada por un régimen de izquierda, igual que Venezuela”, afirmó nuestro entrevistado.
Su estancia en este país fue corta, pero detalló que logró observar el atraso social con un parque automotor que supera los 40 años. Pepe explicó que el crecimiento económico en esta nación es completamente nulo en comparación con su vecino Costa Rica. “El socialismo acabó con Managua, su capital. Sus calles, sus locales, su infraestructura está destruida por completo”, dijo Pepe.
La tierra administrada por Daniel Ortega y Rosario Murillo se convirtió en sinónimo de pobreza, escasez, protestas, represión… algo similar a Venezuela.
Río Grande… cada vez más cerca
Este caminante venezolano logró salir de Centroamérica y finalmente llegó a México, donde estuvo durante aproximadamente dos semanas a la espera de una autorización del gobierno de Andrés Manuel López Obrador que le permitiera atravesar el territorio azteca y así continuar su camino hacia los Estados Unidos.
Tras recibir el tan ansiado documento, Pepe y sus compañeros se dirigieron a un bulevar llamado Piedras Negras, un lugar plagado de patrullas de agentes de migración, que en la mayoría de los casos impide el paso de las personas hacia el río Grande.
“A mí y a otra persona nos persiguió migración”, recordó.
Luego de ser víctima de esta persecución policial por parte de las autoridades , Pepe y su compañero lograron atrincherarse en la casa de un ciudadano mexicano que les brindó su colaboración.
Estuvieron varias horas en el lugar, escondidos de los agentes policiales y posteriormente, en horas de la noche, transitaron por otros sitios que les permitieran evadir a las autoridades para iniciar su valiente aventura en medio del caudaloso río que divide el territorio norteamericano del mexicano.
“El susto y la propia experiencia de cruzar el río Grande fue una sensación muy difícil”, señaló Pepe.
Nuestro entrevistado comentó que una vez que llegó a Estados Unidos estuvo retenido en el centro de procesamiento de migrantes del estado de Texas y posteriormente fue liberado, tras ciertos trámites de rigor.
Hoy, Pepe se encuentra laborando en Estados Unidos, pero con la mente en Venezuela, el lugar donde nació, creció y dejó la mayor parte de su vida: su familia y sus amores.
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