¿Y quién dice que el régimen de Maduro está bien, o está mejor, o está consolidado? ¿Quién puede asegurarlo y jurarlo? No está bien. Los síntomas señalan de que es un régimen con miedo, que mete miedo, porque tiene miedo, que se sabe débil, y que no puede con la crisis. La crisis que se lo va a llevar por delante. Así lo reseña konzapata.com
Por Juan Carlos Zapata
El régimen de pronto saca músculos y pasa la ofensiva, y acorrala. Pero hay que estar consciente de esto. Un régimen autoritario siempre intenta sacar músculos y estar a la ofensiva, reprimiendo, metiendo preso a diputados, asustando a opositores, amenazando a periodistas, cerrando medios. El régimen de Maduro mete miedo porque tiene miedo. Y porque tiene miedo necesita generar más miedo. Un clima de miedo. Que busca paralizar y no logra paralizar a toda la sociedad que sigue descontenta. El régimen descubre que el miedo lo protege de la protesta interna y externa. Por tanto, tiene la sensibilidad a flor de piel. Por tanto, detiene a un periodista que cuelga un tuit en el que se refiere a enchufes y enchufados. Por tanto, Nicolás Maduro, premia al FAES, brindándole todo “mi apoyo”. Por tanto, se ensaña contra el diputado Gilber Caro. Por tanto, intenta dinamitar, al costo que sea, la reelección de Juan Guaidó en la presidencia de la Asamblea Nacional.
¿Quién dijo que estaba bien? No está bien un régimen que de pronto saca músculos -músculos fofos-, y cae una avioneta y el siniestro de la nave destapa conexiones que al hilarse complican las relaciones de poder. Porque es hablar del oro. De la explotación del oro. Del contrabando del oro. Del delito del oro. De los intereses. De los grupos. De los boliburgueses. De socios de un lado y otro. De familias. Podrán ocultar y callar que se diga todo hacia afuera de lo que del caso se sabe. Pero lo que no pueden ocultar es la procesión interna. Porque en estos momentos los grupos se ven a la cara y son ellos los que no pueden engañarse ni manipularse. Lo saben todo. Y saben que situaciones de esa naturaleza desatan fuerzas internas. Demonios internos. Y esto es más miedo para el régimen. Miedo hacia adentro.
¿Pero quién dijo que estaba bien? Hay quienes hablan de retoño en la economía porque ven 10, 20 bodegones en Caracas, y tiendas llenas de productos y mercancía en algunos centros comerciales. ¿Y quiénes compran? ¿Y con qué moneda compran? La gente lo sabe. Compran los que tienen dólares. Los que manejan dólares. Y esos son, en gran parte, los nuevos ricos, boliburgueses y bolichicos, los bolifuncionarios, los enchufados. Es la nueva casta. Y, por ejemplo, los bodegones, lo que parece una solución para el abastecimiento, no es una solución orgánica para el consumo ni la inflación ni el poder de compra. Es más bien un nuevo problema político. Es una bofetada contra la sociedad. Contra el pueblo mayoritario. Que sólo ve. Que sólo observa aquella burbuja de compra. Donde sólo compra la casta. Productos inalcanzables para las mayorías. Con lo que, lo que puede dar la apariencia de un retoño económico, en verdad es una burbuja que afianza la imagen de cómo se hace más profunda y más grande y más larga y más extensa la brecha entre ricos y pobres. Y esta brecha la profundiza Maduro. La rabia es contra Maduro. Y su entorno de enchufes.
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