Hace poco más de dos años, el 25 de julio de 2018, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) asesinó al teniente (Ej) Roberto Carlos Ulpin González. Nunca hubo una explicación por parte de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, ni por el Ejército y mucho menos por el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, de lo que sucedió ese atardecer.
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“Lo que nos dijeron a la familia es que no preguntáramos mucho, todo lo desaparecieron, ni siquiera se nos permitió vestirlo, mucho menos hubo documentos, detenidos o investigados”, relata su hermano sargento primero retirado Jeferson José Bravo González.
Destaca que no hubo ninguna explicación seria sobre lo ocurrido, ni siquiera una publicación formal. “Padrino López colocó un tuit con dos fotos, una de un capitán que había fallecido en esos días y la otra foto era de mi hermano”.
“Le voy a ser sincero. Mi mamá y el papá de mi hermano fueron hasta el Ministerio Público en ese municipio del Zulia. Le dijeron que toda la documentación se perdió, incluso la biopsia. Trataron de retrasar todo para que no insistieran en preguntar. El abogado no quería aparecer. Fueron hasta el hospital a donde llevaron a mi hermano para buscar al doctor que estuvo de guardia y tampoco apareció. Lo que dieron a entender fue ‘váyase de aquí’ y ‘dejen las cosas así’, ese fue el mensaje”.
En el acta de defunción se lee que el teniente Ulpin González murió en enfrentamiento entre “grupos irregulares y el Ejército” por herida por arma de fuego, hemorragia interna, perforación aorta abdominal y shock hipovolémico.
El teniente fue asesinado en el sector “Puente de Casa de Tubo”, municipio Catatumbo, estado Zulia. “La versión es similar a la que pasó hace unos días, que hubo un supuesto enfrentamiento. El comandante del Batallón le dijo a mi mamá que salió una comisión con tres vehículos y de regreso, dos de los carros se desviaron y el tercero, donde iba mi hermano Roberto Carlos sigue, ocurre el intercambio de disparos y él sale herido”.
Para el momento en que asesinan a su hermano, él se encontraba en Roraima, aunque ahora está bastante lejos de la frontera de Brasil con Venezuela. Lo primero que le dicen al llamar es que Roberto Carlos estaba herido. “Yo hago viaje lo más rápido que puedo”, pero por lo alejado del lugar llegó antes de que lo sepultaran.
Se enfrenta al ELN
“El cadáver de mi hermano es trasladado en avión desde el Zulia hasta Maturín, donde le rindieron honores en el aeropuerto y fue llevado hasta la funeraria. Estaba vestido de uniforme. Vi unas fotos que me causaron mucha inquietud, porque parecía que hubiese sido torturado. Él usaba brackets y su boca estaba rota, con raspaduras sobre el ojo, en la frente y golpe en el pómulo. Mi mamá me dijo que él tenía unas uñas rotas como si hubiesen sido arrancadas. Yo que estuve en ese ambiente sé que son torturas”.
Como elemento adicional dice que “cuando a mi hermano lo trasladan a la funeraria en Maturín no le permitieron a mi mamá ni a ningún familiar, que lo vistiera; ni siquiera a su papá que es enfermero. No quisieron que viéramos el cuerpo. Desde entonces empecé a indagar cosas, a averiguar. Tenemos derecho a saber la verdad”, relata Bravo González, quien desde entonces ha luchado por descubrir qué sucedió.
Ante la pregunta de quién les explicó lo ocurrido, responde: “Fue el teniente Renso Dalí Carrero Vivas, que estaba con él en el lugar. Dijo que él, mi hermano, se baja del Toyota y se va directo a disparar y se enfrentan al grupo del Ejercito de Liberación Nacional (ELN)”.
“Gracias a un general amigo de la familia vino a Maturín el entonces comandante del Ejército Jesús Suárez Chourio y el comandante de la 99 Brigada de Fuerzas Especiales en Maracay ahora Jefe de la ZODI Sucre GD Pablo Bravo Parra, sino es por eso, no vienen a despedir a mi hermano”.
“Lo que le dijeron a mi mamá es que mi hermano era un héroe, que era un guerrero, pero ninguna información sobre lo sucedido”.
Económicamente tampoco hubo indemnización a la familia. Jeferson José hace un gesto de sarcasmo. “Solo voy a decirle algo, mi mamá no tiene ni siquiera casa propia. Cuando yo estaba en el Ejército luché por conseguirle una casa, igual hizo mi hermano, pero no se logró”.
Su sueño era ser comando
Cuando Ulpin González fue asesinado por el ELN, tenía 27 años. Una novia y ningún hijo. “Su sueño era ser comando del Ejército. Después de graduarse fue enviado a la Escuela de Operaciones Especiales del Ejército en el Fuerte Cocollar, estado Sucre, para hacer el curso de comando; poco antes de concluirlo, fue expulsado, por haber salido de los límites de la isla”.
De ahí lo envían a la 32 Brigada Caribe de Maturín, donde estaba cerca de la familia y todo estaba muy bien. “Pero él quería ser de fuerzas especiales. El comandante de esa Brigada, le ve condiciones y lo envía de nuevo a Cocollar, repite el curso y lo aprueba. Lo envían a la Comandancia General del Ejército en Caracas, donde esperó varios días que le asignaran para dónde sería enviado”.
Su hermano cuenta que a Ulpin le dieron tres opciones. “Fuerzas Especiales tiene unidades en Sucre, Bolívar y Zulia. Él escogió el Zulia, donde vive mi abuela y tenemos familia, porque mi mamá es maracucha, aunque se vino desde niña a Maturín”.
Confiesa que una semana antes de que lo mataran “yo estaba en Roraima y hablamos por teléfono. Él ya estaba decepcionado de la Fuerza Armada y especialmente del Ejército; porque como todos sabemos, no hay condiciones para sobrevivir ni con su salario, ni con seguro de vida y se dedican a hacer lo malo, a traficar, a contrabandear y así se sustenta un militar en Venezuela. Él me dijo que tenía ganas de irse de baja”.
Se acumulan los muertos
No fue con Ulpin González la primera vez que la guerrilla asesina a militares venezolanos, ya antes lo había hecho en varias ocasiones, como ocurrió en marzo de 2012, cuando en el sector Baritalia, municipio Junín del Táchira, caen en manos del ELN el primer teniente Jackson Alejandro Ruíz Niño y el sargento segundo Nelson Gómez Ortega, del 211 Batallón Ricaurte de Rubio.
Pero tampoco Ulpin González fue el último. En noviembre 2018, el ELN asesinó en el sector Picatonal, municipio Átures del estado Amazonas, a tres sargentos de la Guardia Nacional: Alfredo Antonio Zolano Guevara, Robert José Artahona Díaz y José Jean Pierre Martínez Bolívar.
En ninguno de esos casos el ministro Padrino, ni el Alto Mando Militar, ni los comandantes de componente y mucho menos el Comandante en Jefe de la Fuerza Armada, reconocieron que esos militares venezolanos fueron asesinados por la guerrilla colombiana. Ni siquiera porque en el caso de Amazonas capturaron al comandante del ELN, Luis Felipe Ortega Bernal alias Garganta, colombiano, con dos cédulas venezolanas a nombre de otras personas, y quien ha recibido mejor trato que cualquiera de los oficiales venezolanos detenidos en Ramo Verde, Sebin, Dgcim o Fuerte Tiuna.
La misma historia se repite ahora, en el estado Apure, en un enfrentamiento entre el ELN y disidencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), quienes se pelean el territorio venezolano y asesinan a cuatro militares venezolanos: dos del Ejército SM/3ra. Gabriel Alexander Pérez Silva, plaza del Batallón Cedeño 921 Fuerte Yaruro y S/2do Reiber David Chirino Reyes, del 992 BFE “José Gregorio Monagas”. Y dos de la Aviación: 1TTE Augusto David Linares Delgado, del GFE-20; y Tte Miguel Ángel Mora García, del GFE-29.
La única respuesta es un escueto comunicado suscrito por el Ministro Padrino López informando de una operación, basada en información de inteligencia del el Sistema de Protección Para la Paz (SP3), donde hubo “neutralización de tres campamentos en los sectores Tres Esquinas, Mata de Bambú y Las Palmitas, municipio José Antonio Páez del estado Apure”. Según él ahí operaban “grupos estructurados de delincuencia organizada”. Detuvieron a «»cinco terroristas», incautaron “cinco fusiles de asalto, tres pistolas automáticas”.
Anunció “el lamentable fallecimiento” de los tenientes y sargentos “quienes perdieron la vida cumpliendo con el sagrado juramento de defender la Patria”. Y como si eso fuera consuelo dijo que Nicolás Maduro ordenó el ascenso post morten. El ministro no perdió la oportunidad de resaltar que “esos grupos al margen de la ley provienen de territorio colombiano”.
Hasta ahora nadie le ha explicado oficialmente al país qué sucedió en Apure. Tampoco lo hicieron ante lo ocurrido antes en Táchira, Zulia y Amazonas.
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