El 30 de junio de 1923, la empleada fue a arreglar la habitación del general Juan Crisóstomo Gómez en el Palacio de Miraflores y lo encontró bañado en sangre. Lo habían asesinado.
Por: Juan José Peralta / Correo de Lara
De inmediato avisó al coronel Eloy Tarazona, edecán y furriel del presidente Juan Vicente Gómez (quien dormía en una habitación cercana) y le avisó: “Mataron a Juancho”.
El tirano de inmediato le ordenó la inhumación de quien era, además de vicepresidente y gobernador del Distrito Federal, su hombre de más confianza. Gómez de inmediato acusó del crimen a los opositores e incrementó su feroz represión que más buscaba intimidar a los caraqueños para evitar comentarios.
Francisco Pimentel (Job Pim) y Leoncio Martínez, Leo, fueron arrestados. Pero sabía que los culpables estaban en el palacio y ordenó detener a toda la guardia de aquella noche.
Designado presidente para el período 1922-1929 el tirano ordenó al congreso restablecer las vicepresidencias, en la primera a su hermano Juan Crisóstomo Gómez, Juancho y en la segunda su hijo José Vicente Gómez, Vicentico, también inspector general del ejército, en la imagen con su papá, detrás Tarazona. Sus hombres de confianza. Así el tirano blindaba su gobierno en la capital mientras él permanecía en el estado Aragua, en sus haciendas y fundos. Estos nombramientos desataron de inmediato ambiciones e intrigas.
En primer lugar el Benemérito –como lo llamaban sus acólitos– tenía problemas de salud. Dionisia Bello, su primera concubina, ve en su hijo Vicentico, el heredero, la posibilidad de acercarse más a las ventajas del poder y vengar afrentas contra su cuñado, “don Juanchito”, como también lo llamaban.
Dicen que el primer vicepresidente tenía debilidades por los hombres pero hizo una mala jugada a la bella Margarita Torres Bello, su hija del matrimonio, quien solterona había conseguido novio en Santos Matute Gómez, primo del dictador: Habría boda pero Juancho la desmerita, dice que es “una perdida”.
Noche sangrienta
Aquella noche fatal, cuando Juancho volvió a Miraflores, su criado de confianza, Encarnación Mujica, le ofreció su guarapo que contenía un fuerte somnífero de antesala a su último sueño. 27 puñaladas recibió el cuerpo de Juancho del ofendido Barrientos.
Después de investigaciones e interrogatorios por el juez Horacio Chacón y del gobernador Acelio Hidalgo, se señaló autor material del crimen a Barrientos.
Torturado contó todo a Gómez quien lo interrogó. Sentenciado junto a otros cómplices, fue a pagar su crimen en la tenebrosa Rotunda, de donde una noche los sacaron y sus cadáveres amanecieron en unos matorrales a las orillas de Caracas.
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