Les toca aguantar la «pela». El paciente crónico se queda en la vía ante la dificultad de cubrir consultas especializadas a $30 y estudios que pueden llegar a $1.000. Un drama que empieza en la búsqueda de diagnóstico y se acentúa en mantener el tratamiento. Aquellos de fármacos de altos costos que tienen hasta tres meses de retraso desde el Seguro Social, los pacientes renales superan penurias en diálisis que a menos tiempo los lleva al decaimiento total o retención de líquido, además del miedo de contaminarse de hepatitis y perder la fe por un trasplante. La espera altera los ciclos de quimioterapias y hasta condena a la muerte por metástasis del cáncer.
Guiomar López | La Prensa de Lara
Siempre tienen las esperanzas por la vida, pero el camino suele estrecharse y terminar en un embudo fatal para pacientes y familiares en procura de sanación. Es el verdadero viacrucis con fuerza de voluntad que empuja a estos pacientes a seguir creyendo, aún con la paralización a más de 4 años de los trasplantes en pacientes renales y hasta para cumplir los lapsos exactos del paciente oncológico, con miras a terminar en un proceso cíclico que les cuesta cumplir con las quimioterapias, reunir para la intervención quirúrgica para extraer las células cancerígenas y quedarse trancados en las radioterapias, con una cifra inalcanzable a más de $2.000 y de no cumplirla terminaría de retruque hacia las quimioterapias.
Cuando se profundiza en el tema, Huniades Urbina, secretario general de la Academia Nacional de Medicina, empieza por recordar la responsabilidad del Estado de velar por el derecho a la salud, especialmente de los pacientes crónicos, quienes son más vulnerables por depender de fármacos de alto costo que no tienen la entrega permanente desde los centros del Seguro Social (IVSS), se desesperan buscando presupuestos, obliga al sacrificio de ubicarlos en el exterior y hasta puede sentenciar a ser víctimas de ese mercado negro de medicinas, sin importar la calidad ni los exagerados precios dolarizados.
Lamenta ese tránsito constrictor que tiñe de fatalidad a una enfermedad que puede llevarse con el debido control, pero sólo les queda el franco deterioro y desgaste por tantos esfuerzos para tratar de contener la vida. «Eso se refleja en el 5% de venezolanos que apenas tienen la oportunidad de cubrir un seguro médico a un alcance de miles de dólares», se refiere al reciente estudio de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), que engloba casi el 95% de pobreza a nivel nacional, siendo lo más grave ese 76% de pobreza extrema.
Son procesos largos retratados en las diversas manifestaciones de grupos de pacientes renales en Barquisimeto durante la pandemia por covid-19, incluso por aspectos tan básicos que empiezan por las fallas del suministro de agua en las unidades de diálisis. Hecho que empaña a los 1.230 pacientes de Lara, según Héctor Colmenares, titular de la Fundación Amigos del Paciente Renal, de los cuales el 60% se trata de personas que no superan los 50 años de edad.
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