Muchos no pueden imaginar consumir sangre. Suena a ficción verla servida en el plato, pero así sucede en algunas familias venezolanas donde la sangre de ganado pasó de ser una rara receta, a una opción alimenticia en tiempos de crisis.
Judith Valderrama| Diario de Los Andes
En la familia Guerra, comer sangre de ganado “bien preparada”, es una buena opción que palea la crisis, porque al conseguir unos 2 o 3 litros tienen para más de una comida, “de ahí como tres veces. Nos sirve para tres raciones bien picadita. A veces le damos un poquito a una vecina, compartimos con ella y yo paso de nuevo por el matadero cuando se acaba, cada uno o dos meses”.
Relata Pedro Guerra, quien iba con su sangre dispuesta para el almuerzo. Este tachirense es uno de los muchos que pasan por el matadero con cierta frecuencia en búsqueda de sangre de ganado. Llega con su pote de plástico los días de matanza, tiene que hacer un poco de cola hasta que un empleado del matadero le reciba el recipiente y vuelva con este lleno. Verle la cara cuando se va con el pote repleto, da gusto.
“Queda estilo carne molida. Es muy rica. Me la como acompañada de arroz y yuca. A nosotros nos gusta mucho… además resuelvo cuando no hay para carne porque cada día está más cara”
En Táchira, desde tiempo atrás se consume la sangre de res en una especie de caldo de procedencia colombiana que no tuvo mucha acogida en la gastronomía de Venezuela, pero que permaneció rezagado en la culinaria popular andina, más como plato exótico, que como menú de rutina.
La razón no es solo un tema de costumbre culinaria, a esta se suma la pobreza que en Venezuela alcanza el 80% de la población -de acuerdo al economista Asdrúbal Oliveros de Ecoanalítica- y muchos buscan qué comer al menor precio, y la sangre es gratuita.En los últimos tiempos se incrementó el consumo de este plato en el Táchira, así lo confirman las colas a la puerta del matadero que cada vez se hacían más largas, según relato de Arcángel Niño, jefe de operaciones del Matadero Municipal de San Cristóbal, en el Táchira.
Frente al matadero esperan que les llenen sus recipientes, algunos dan colaboración al empleado del lugar que les busca la sangre, pero no es obligatorio. Luego deberán invertir en aliños y vegetales que se agregan en una receta similar a preparar carne molida.
“Hay personas que no tienen cómo adquirir la carne y para la proteína llevan la sangre para el pichón -como se llama ya preparada- lo arreglan como hacer una pizca. Sacan lo que llaman ellos el suero, que es el plasma. El coágulo lo usan es para la morcillas”, cuenta Arcángel Niño.
El tipo de gente que más acude por sangre son los adultos mayores, según el jefe del matadero, “pero podría decirse que de todos los estratos sociales vienen, porque hay unos que tienen medios, pero que les gusta el pichón”.
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