Una gran operación de blanqueo. Eso habría sido la misión europea enviada a Caracas por Josep Borrell. Pero no para el régimen madurista sino para el propio alto comisionado europeo. ¿La razón? Bruselas resiente que se le haya involucrado en la fallida Operación Capriles.
Por Francisco Poleo / El Nuevo País
Borrell envió apresuradamente a Caracas a una comisión. El objetivo era negociar con Maduro el aplazamiento de las parlamentarias. El español sabía que convencer al dictador sería muy difícil. Aun así, lo intentó para salvar la cara ante los reproches que le llegaban de adentro y de afuera. Altas fuentes diplomáticas en Europa confirmaron esto a El Nuevo País. ¿Por qué Borrell, cuya experiencia y solvencia profesional es reconocida, se involucró en este asunto? La clave, según las mismas fuentes, es José Luis Rodríguez Zapatero.
El expresidente español, muy cercano al chavismo, movió sus hilos para legitimar lo del 6 de diciembre. Zapatero convenció a dos compañeros en el PSOE de que Maduro estaba dispuesto a mejorar las condiciones electorales. Enroló en la operación a Pedro Sánchez. A su vez, el actual jefe del Gobierno de España presionó a Borrell. La carta a favor es que en Bruselas todavía ven el problema Venezuela como un área de influencia de Madrid. José Luis vendió la operación como una gran victoria para la diplomacia europea, y en consecuencia española.
La trampa jaula financiera
Nada que ver. Maduro erre que erre, y Zapatero sabía que eso sería así. La verdadera intención detrás de la maniobra son los negocios. Es el verdadero meollo de la crisis venezolana. En 2016 se le acabó al chavismo la fiesta monetaria. La oposición conquistó la Asamblea Nacional y cerró el grifo para operaciones financieras sin control. Adiós préstamos, emisión de bonos y otras mieles. Ahí bebían no solo el chavismo sino también algunos sectores opositores. Tras él no de los principales partidos de la oposición, el chavismo lo ha intentado todo. Usurpación de funciones, persecución a diputados opositores, toma forzosa del parlamento. Todas las operaciones han perseguido un solo objetivo: recuperar ante el mundo la legitimidad para reengancharse en las operaciones financieras corrientes. Nada ha funcionado. La bala más reciente es la convocatoria para el 06 de diciembre.
“Nicolás Maduro acuerda con Rodríguez Zapatero que había que vender la tesis que si él permanecía en el poder y mejoraba la economía en Venezuela, con un novedoso plan económico que estaba diseñándose, era posible hacer grandes negocios en el futuro y en este plan era importante el control de la nueva Asamblea Nacional que se tiene que instalar el próximo 5 de enero. Para ello mueven piezas, hacen todo lo que han hecho a través del TSJ para controlar los grandes partidos opositores venezolanos, vender la tesis en el mundo que las elecciones del 6D eran democráticas, participativas y transparente; con este fin era esencial la presencia de Observadores de la Unión Europea en el proceso”, señala, a su vez, una de las fuentes consultadas.
El “novedoso plan económico” se refiere a la privatización de buena parte del parque industrial venezolano. De lo que queda. El proceso sería similar al aplicado en Rusia tras la caída de la Unión Soviética. De esa manera, no solo maquillarían la economía sino que se repartirían los negocios. Si mañana llegase el cambio en Venezuela, igualmente el chavismo contaría con medios de comunicación, bancos, telefónicas y hasta la petrolera PDVSA. Unas cómodas trincheras mientras pasa la tormenta. Vaciar el Estado, raspar la olla, no sería posible sin una nueva Constitución. Sin embargo, usarán a la moribunda Asamblea Nacional Constituyente para darle el barniz legal a esta operación.
En este nuevo entorno, grandes empresas españolas han cabildeado a través de Zapatero. Telefónicas, petroleras, líneas aéreas y aseguradoras esperan, al menos, cobrar la enorme deuda que el estado venezolano tiene con ellas. Esa posición es válida. Deuda es deuda. Lo sorprendente es el sobrevuelo de buitres opositores sobre los restos de Venezuela. Son los operadores financieros. Estos personajes son los principales promotores de la Operación Capriles. Se mueven, sobre todo, en operaciones bursátiles. Esto ya ha sido denunciado por El Nuevo País. Es el clan de los “bonitos”, algunos miembros del gremio empresarial y ciertos banqueros que esperan ponerle la mano nuevamente al negocio de los bonos.
Sobre este grupo, fuentes en Madrid confirman a este periódico que los “bonitos” han estado especialmente activos en la capital española. Fue esta ciudad la anfitriona de una importante reunión entre los principales tenedores de los bonos venezolanos, los gestores de los mismos y el ministro José Luis Ábalos. El también secretario de Organización del PSOE es quien recibió a la sancionada Delcy Rodríguez en el aeropuerto de Barajas, en aquella polémica que llegó hasta la Unión Europea. La intención del encuentro financiero en Madrid habría sido solidificar una estrategia común.
Sin embargo, toda la operación se fue al traste con el informe Bachelet. Imposible para Borrell convencer a Bruselas de blanquear al dictador después de eso. La compañera Michelle les echó la partida para atrás. Maduro fue señalado de cometer crímenes de lesa humanidad por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. No es cualquier cosa. Como la política es cuestión de momentum, Guaidó aprovechó el momento para retomar la batuta. Las denuncias contra el madurismo fueron la oportunidad perfecta para pedir la aplicación del principio de la Responsabilidad de Proteger. Con esto, también retomaron el control Estados Unidos y sus principales aliados en América.
Las fichas están claras. Madrid, con Capriles. Washington, con Guaidó. ¿Qué hará Bruselas?.
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