Hace cuatro años, sin saber que algún día estaría en peores condiciones, el teniente Richard Alemán reaccionó indignado a una carta publicada por el entonces preso político y ex alcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos, quien denunciaba que estaba aislado desde hacía casi dos meses, sin visita, sin ver el sol en las mazmorras de El Helicoide.
Alemán escribió a propósito de eso que “es sorprendente observar cómo en nuestro bello país no existe Estado de Derecho. Es impresionante la capacidad de hacer daño a los demás, por la simple razón de alzar la voz en su contra. Son una horrenda dictadura que se ha encargado de asesinar, apresar, perseguir y hacer daño a cada venezolano”.
Más adelante reconoció: “Lamento y me arrepiento mil veces, haber sido militar y hasta llegar a trabajar para esta horrenda revolución en la cual en algún momento de mi vida creí a pesar de que toda mi familia estaba en contra”.
Alemán formó parte del gobierno regional del entonces gobernador del Táchira, José Gregorio Vielma Mora, como presidente de la empresa Compañía Anónima Industrias Mineras del Táchira (Caimta). Después de su separación del cargo, desapareció de la escena pública.
A raíz de los sucesos de Puerta Morocha, un intento de rebelión de capitanes de la Guardia Nacional ocurrido el 20 de abril de 2020, que luego se supo que tenía relación con la Operación Gedeón, fueron detenidos varios oficiales activos y retirados.
En horas de la madrugada del día 23 de abril del año pasado, una comisión de funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), llegó a la casa paterna de la familia Alemán en Puerto Cabello. Fueron detenidos varios familiares del teniente, entre ellos sus dos hermanas Yolimar y Andreína Alemán Castellanos, el esposo de una de ellas, el capitán Ericsson Alexander Chaya Barrueta; y su primo Manuel Castellanos.
El teniente, por su parte, habría pasado a territorio colombiano, pero la presión sobre su familia por parte de la Dgcim lo obligó a regresar. Allí fue apresado, siendo recluido en la sede central de la DGCIM en Boleíta, Caracas. Su caso y el de sus familiares, incluso sus hermanas aún presas en DGCIM, ha permanecido en silencio mucho tiempo.
Esta semana, Alemán pidió la palabra en los tribunales de Caracas luego de que en la audiencia pasada se reconoció al funcionario de la Dgcim que lo torturó, según informó la Coalición por los Derechos Humanos y la Democracia.
“Solicité a mis abogados poder hablar ante el tribunal, luego de escuchar al funcionario de la Dgcim hablar en la audiencia pasada. Estoy detenido desde el 24 de abril de 2020. En la audiencia pasada detallé que los funcionarios de la Dgcim decían que fue el 6 de mayo. No, fue el 24 de abril de 2020″, comenzó su relato el teniente.
“Yo estaba en el hotel con cuatro compañeros (Goiticha, Olivares, Rosales y Perozo). Esperábamos porque íbamos a surtir combustible. El capitán Murillo, que fue mi compañero de promoción, me iba a ayudar a surtir gasolina porque al día siguiente íbamos a ver a unos peloteros de grandes ligas. Goiticha ha firmado a varios peloteros para grandes ligas. Olivares está conmigo en la academia. (Tienen una academia de béisbol en Puerto Cabello). En nuestros vehículos habían guantes, pelotas. No habían brazaletes azules como dijo el Dgcim. Habían implementos deportivos”, comenzó su relato Alemán ante la jueza.
Y siguió: “Yo me encontraba en mi habitación, la 36. A eso de las 3:30 AM estaba dormido después de ver una película, ”Milagro en la celda 7″; y, de repente, me despierto y veo muchos fusiles y funcionarios vestidos de negro. Entraron en la habitación, me pegaron cachazos en la cabeza, golpes y después me llevaron al estacionamiento donde estaban los demás compañeros. Nos llevaron a la Dgcim en Boleita, donde nos recibió un oficial superior. Teníamos las caras tapadas con carpetas y cinta adhesiva”.
Alemán luego detalló: “Este oficial que nos recibió, de inmediato me dio una patada en la nariz. Desde ese momento, tengo problemas para respirar, he pedido que me vea un médico, y hasta ahora no me ha visto un especialista. Tuvimos 19 días recibiendo golpes. Me golpearon todo mi cuerpo. Me aplicaron asfixia mecánica con bolas. Se montaban encima de mi, me dio un paro respiratorio. El 27 de abril fui a parar al hospital militar, donde con un procedimiento médico me revivieron. Ese mismo día a las 3:00 AM me dieron de alta”.
El relato del teniente es cada vez más impactante: “Cuando llegué al Dgcim, otra vez me entraron a golpes, me desnudaron, me bañaron con agua fría. Y no sé que me pasó porque no soy médico, pero me sacaron torcido para el servicio médico, me colocaron mantas calientes. Me tiraron en el piso durante 19 días con las manos esposadas en la espalda. Ese era el mejor trato que podíamos tener. Todavía tengo las marcas de las esposas en mis muñecas desde esos días. Todos los días eran de torturas incesantes”.
“Un mayor de la Dgcim nos golpeaba todos los días y nos grababa, mientras nos decía lo que teníamos que decir en el video. Después de tantas torturas, querían que uno se declarara culpable. Los días siguientes, después de que no me quise declarar culpable, detuvieron a mi familia (hermanas, cuñado, un primo). A mi primo lo soltaron después de 30 días. A mis hermanas las mantenían paradas desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche durante 5 días. Les decían que contaran lo que sabían, y ellas decían que no sabían nada. Al décimo día me llevaron a la oficina del DAE, donde me hicieron lo más horrendo. Este mayor torturador introdujo un palo de madera en mi ano y me sacó las hemorroides. Esta es una de las cosas más horribles que viví, y he pedido que me atiendan porque aún tengo las hemorroides afuera y sufro de eso”, denunció el teniente la crueldad que sufrió.
Y continuó: “Fueron días de electricidad en los testículos, golpes y asfixias en tobos de agua. A los 32 días se llevaron a mis hermanas y a mi cuñado y los soltaron allá en Punto Fijo. Estuvieron libres unos minutos. Inmediatamente la Dgcim los volvió a detener, todo esto para decir que los agarraron allá y los presentaron en un tribunal. Todo esto sucedió desde el 20 de abril. Si yo no hubiese estado desaparecido desde el 20 de abril, mi papá no se hubiese sentado el 25 de abril en la sala de la casa con mi mamá a pedir una fe de vida. Nos han ido amenazando y torturando incesantemente”.
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