Aunque el régimen venezolano reniegue de Washington, la vida en la nación sudamericana está movida por los dólares estadounidenses, reflejando así su cara más liberal por la falta de divisas.
La penetración del dólar en todas las capas de la sociedad hace que no tenga vuelta atrás.
Por esto hasta Nicolás Maduro dio su bendición a la dolarización de facto.
La Ley Antibloqueo para conseguir dólares
Aunque ondean la bandera del socialismo y se autodefinen como revolucionarios, la falta de divisas en sus arcas ahora buscan una buena apertura a los inversores a través de la cuestionada Ley Antibloqueo.
Este es un instrumento legal diseñado para que el régimen pueda sortear las sanciones internacionales, que facilita las inversiones de empresas, para lo que amplía los poderes del presidente y el Ejecutivo.
La norma, criticada por empresarios y opositores, contribuye a una especie de salvaje oeste de la economía venezolana, señala la información publicada por El País.
“Tenemos la Ley Antibloqueo, está la nueva Asamblea Nacional que va a desarrollar un conjunto de leyes para flexibilizar la inversión en la actividad económica venezolana, Venezuela está abierta al mundo para la inversión”, recalcó Maduro en una entrevista retransmitida por televisión.
El heredero de Hugo Chávez agradeció a la cuestionada Ley porque se ha avanzado en nuevas alianzas en varios campos de la inversión en la economía, además de que los ayuda a paliar la falta de divisas.
“No puedo decir mucho, es la característica de la Ley Antibloqueo, hacer sin decir, y decir cuando ya se haya hecho”, señaló Maduro.
¿Dólares a diestra y siniestra o un espejismo económico?
La economía venezolana viene en picada desde hace años por la hiperinflación. El alivio producido por la circulación de dólares es una especie de espejismo un tanto dicotómico en la realidad.
Aunque haya dólares esto no es nuevo. Desde hace tiempo circula la moneda americana en todo el país siempre en la informalidad, pues los billetes verdes llegan sin regulación ni acuerdos con Washington, el principal adversario del régimen chavista.
En Caracas muchos han perdido negocios por la economía tan destruída que tiene el país. Durante los últimos días del 2020 el régimen flexibilizó las restricciones por la pandemia, y en Petare una de las zonas comerciales populares más grandes de América Latina, Osmel León tenía que cazar clientes.
León veía como muchos se paraban frente a su negocio a preguntar el precio de las verduras, pero pocos compraban. “La dolarización le bajó la venta a uno”, dijo el comerciante de 43 años al medio español.
Su pequeña historia es la de la crisis económica del país. Durante 15 años se mantuvo con una perfumería, pero “cuando empezó a escasear el efectivo, ya no pude seguir. Yo no tenía punto de venta y la gente ya no tenía para pagar esas cosas”, señaló.
Hace un año tuvo que reconvertir su comercio para sobrevivir. Pero para pagar un manojo de cilantro no bastan todos los billetes que un ciudadano puede retirar a diario de los bancos.
El bolívar no tiene valor frente a la hiperinflación
La brutal hiperinflación que azota Venezuela se tragó el bolívar como moneda y por ello la entrada informal del dólar en la economía venezolana la cual era pedida a gritos por los propios ciudadanos.
Ahora en vez de bolívares, en la calle se ven billetes de dólar a pesar de que desde hace 15 años era ilegal hacer transacciones en divisas fuera del control cambiario del régimen.
León logró vender un kilo de cebollas y tres pimientos que le pagaron con un billete de cinco dólares y pudo dar un billete de un dólar como cambio. “Los billetes de un dólar que me van dando los guardo, porque si no tengo vuelto pierdo un cliente”, comenta.
Dos clases sociales: la del dólar y la del bolívar
La dolarización de facto creó dos clases sociales en medio de una economía que en la actualidad no es sino la cuarta parte de lo que era hace menos de una década.
Por un lado están quienes tienen ingresos en dólares y los que no, quienes son los más afectados en todo esto. La diferencia está marcada entre poder sobrevivir y hundirse en la pobreza extrema. La economía venezolana no permite puntos medios y menos ante la falta de divisas que vive el régimen.
Oficios como el de albañil o empleada doméstica reciben ingresos en dólares en muchos casos y sus salarios están tasados en dólares. Por un día de limpieza se pagan entre cinco y 20 dólares. Una jornada semanal de un obrero equivale a 20 dólares.
La extensa nómina de la Administración pública, a la que se suman los pensionados —unos cinco millones de venezolanos—, recibe sus pagos en bolívares y el salario mínimo apenas ronda un dólar. La consultora Ecoanalítica recuerda que a finales de diciembre el kilo de uva importada costaba 10 millones de bolívares, con un aumento anual de casi un 4.000%.
El fin de año sirvió para que Nicolás Maduro reconociera que “el dólar ha funcionado como una válvula de escape para el ingreso, para el comercio y para la satisfacción de necesidades importantes sectores de la vida económica venezolana”.
No obstante, en una entrevista que concedió al periodista Ignacio Ramonet, el heredero de Hugo Chávez dijo que no se puede hablar de una dolarización de toda la economía.
“No podemos decir que Venezuela sea como Panamá o Ecuador”, afirmó.
También negó la paradoja que supone el empleo de la divisa estadounidense. “¿Hay contradicción entre dolarización y revolución? Hasta donde vamos, no. Hay complementación”, dijo el líder chavista.
Mientras tanto, y ante la competencia de la economía sumergida, la banca formal en Venezuela también ha comenzado a ofrecer servicios de custodia de dólares.
Algunas entidades con sucursales en Panamá han habilitado instrumentos de pago en divisas para sus clientes.
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