«La situación de “siniestralidad” en PDVSA es delicada, recurrente y ha venido agravándose de forma creciente a partir de 2007-08, pasando de menos de 10.000 barriles derramados por año, a más de 150.000 y de menos de 200 accidentes por año a más de 4.000 en promedio y hasta 2017″, exclamó el asesor internacional de petróleo y gas upstream en Medio Oriente y quien laboró en la estatal petrolera venezolana entre 1979 y 2010 en diversos cargos gerenciales y de supervisión, Einstein Millán.
Por Primer Informe
El experto petrolero venezolano, con estudios especializados en la Universidad de Oklahoma en Estados Unidos y en la Universidad de Oriente, en Venezuela, refiere que desde 2017, «con la llegada de Manuel Quevedo y ahora Asdrúbal Chávez, la estrategia adoptada por dichas administraciones ante el inusitado aumento en accidentes, incidentes e ilícitos ambientales, ha sido la de impedir acceso a la información, no reportar dichos eventos y desinformar, sin embargo es evidente un nuevo salto notorio en el tipo, nivel y severidad de los accidentes, incidentes e ilícitos ambientales en PDVSA desde entonces», dijo en una entrevista para el Observatorio de Ecología Política de Venezuela.
El gráfico realizado por el especialista Einstein Millán nos da una mejor perspectiva de la escandalosa siniestralidad de la PDVSA chavista.
Cree que una de las razones del aumento de estos tétricos registros tiene que ver con la inclusión de personal no preparado y con cero experiencia, «con poco apego a normativa seguridad, higiene y ambiente (SHA) y ausente cultura de mantenimiento ‘proactivo’. Dicha fuerza hombre incluía también personal que fue absorbido de las empresas expropiadas con cultura y filosofía de trabajo ajena e incompatible con una industria petrolera verticalmente integrada».
Además es importante resaltar el período ubicado entre los años 2015 y 2016, cuando, para el especialista, se notó la poca inversión que recibió la industria petrolera: «La combinación de ‘desinversión’, galopante corrupción, ausente visión de conjunto y pésimas directivas, han incidido en un envejecimiento prematuro de la infraestructura medular y una mayor exposición a eventos catastróficos, tales como la que se están viendo desde entonces».
En PDVSA «no existe medición y evaluación de matrices de riesgos en sus procesos y operaciones tendientes a prevenir y/o mitigar eventos y/o efectos. No existe cultura de mantenimiento ‘proactivo’, solo reactivo. Existe una maquinaria politizada de desinformación que no parece importarle las consecuencias aguas abajo de los derrames, emisiones, accidentes e incidentes, sino más bien ocultar y desmentir informaciones sustentadas desde afuera de PDVSA».
Millán cree que a corto plazo el panorama no pinta bien y tenderá a agudizarse. «Han ocurrido múltiples accidentes y derrames catastróficos en la FPO por ejemplo, que han pasado desapercibidos por debajo de la mesa sin consecuencia alguna», refiere el petrolero radicado en Kuwait y revela que «países vecinos como Trinidad y Colombia se han cansado de dañar y contaminar nuestras costas y ríos y el estado Venezolano, sus instituciones y su sociedad permanecen inertes, como si nada. Desde dentro de PDVSA se daña recurrentemente nuestro ecosistema, nuestra industria y nuestros recursos y nadie sufre consecuencias».
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