FundaRedes señalaba en un informe del año 2020 que la emergencia humanitaria compleja conllevó a que se incrementara a más del 60 % el abandono en el sistema escolar en el período 2019-2020. Por su parte, Gricelda Sánchez, del Sindicato Venezolano de Maestros, constató los problemas de algunos planteles y reconoció que en las condiciones actuales es imposible retomar la presencialidad en las aulas.
Hace unos días Nicolás Maduro señaló que “la vuelta a clases presenciales del país se realizará en octubre, con todas las medidas de bioseguridad, de lograrse la meta de vacunación masiva. Hay que completar todo el proceso de vacunación de todo el sector educación”.
Ante la propuesta del Ejecutivo de retomar las clases presenciales en octubre de este año, las organizaciones y gremios docentes han denunciado en reiteradas oportunidades que no existen condiciones sanitarias ni de infraestructura para volver a las aulas.
A pesar de que no hay datos oficiales, para los docentes, que conocen de cerca la situación de la infraestructura escolar, el deterioro es más que evidente. Gricelda Sánchez, secretaria de reclamos del Sindicato Venezolano de Maestros, confirma que en una reciente visita a la comunidad de Carúpano, en el estado Sucre, vio escuelas completamente destruidas.
“De ocho escuelas que visité, seis estaban completamente destruidas, con huecos en los techos, sin pocetas ni bombillos, y filtraciones por todos lados”, relató.
La profesora Sánchez hizo hincapié en la Escuela República de Haití, una de las más emblemáticas de esa comunidad, y donde más se evidencia el abandono del Estado por el profundo deterioro de sus instalaciones.
Ninguno de los baños funciona, las paredes se están cayendo, los pasillos no tienen luz, las barras de las rejas están rotas o parcialmente desprendidas. Para la profesora, es impensable que los estudiantes asistan a clases en lugares con estas condiciones que ponen en riesgo su salud y su seguridad.
En lo que respecta a Caracas y Miranda, la historia no es muy diferente. De cada 10 escuelas que Sánchez ha visitado, siete presentan un grave deterioro en su infraestructura. Mencionó especialmente la escuela Magali Burgos, ubicada en Petare, al este de la capital, donde hay espacios del recinto completamente inutilizables.
“Hay salones cerrados llenos de pupitres dañados, no hay lavamanos, hay una sola poceta para todo el plantel y no sirve. Esto para una escuela con una matrícula de 130 estudiantes”, comentó.
Otro caso que destaca Sánchez es el de la escuela José Antonio Pérez Bonalde, de Catia. Allí, antes de la pandemia, los alumnos debían suspender clases si empezaba a llover porque las filtraciones del techo eran tan grandes que los salones se inundaban. “Llueve más dentro de la escuela que afuera”, sentenció.
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