La parte de atrás de una camioneta Chevrolet F100 con cabina era su lugar de reposo. No había ventiladores mecánicos, asistencia médica o monitores especiales; sin embargo, esa era la única forma que tenía la familia Vega de trasladar a la señora Francelina Vega, mujer de 65 años que sufre de cáncer de riñón y que debe improvisar una unidad para movilizarse desde Pavia Abajo, lugar en donde reside, hasta el Hospital Central de Barquisimeto.
Con información La Prensa de Lara
De acuerdo a lo contado por los hijos de la señora Vega, la familia se vio en la obligación de acondicionar una camioneta cuyo fin es el traslado de mercancía, por no disponer de fondos suficientes para poder pagar una ambulancia. «Desde el Hospital hasta Metrópolis nos quieren cobrar 4 millones de bolívares. Para Pavia el traslado debe costar unos 8 millones y nosotros no tenemos esa plata», señala Eduardo Sequera, hijo de Francelina.
La familia de la señora Vega comenta que, al menos una vez a la semana, ellos deben traer a la paciente a consulta; sin embargo, cada día es más difícil poder traer a la mujer, pues gasolina tampoco tienen. Tan difícil es movilizarse en estos momentos que, el pasado día miércoles, la camioneta en la que venía la paciente llegó sin gasolina al Antonio María Pineda.
«Compramos cuatro litro, pero eso no rindió. La camioneta se apagó entrando al Hospital Central y tuvimos que empujar», dice el señor Sequera.
Para hacer más dramático el momento, la señora Vega venía desmayada del dolor. En medio del recorrido la mujer se cayó de la perezosa en la que venía acostada. Afortunadamente el colchón se sostuvo y la señora se mantuvo dentro de la camioneta. «Sabemos que es un riesgo, pero no podemos dejarla morir. Hay que resolver y por eso hemos acondicionado la camioneta», reconocen sus hijos.
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Aunque la familia de señora Vega hace lo imposible por garantizar la comodidad de la paciente, esta unidad viola todas las normas de traslados establecidas por la Organización Mundial para la Salud pues el vehículo no cumple ni siquiera con el requisito básico de tener a un médico de turno. «Si tuviésemos dinero pagamos la ambulancia, pero la necesidad nos hace improvisar», dicen.
Los traslados son improvisados
La falta de ambulancias en el estado obliga a las personas a trasladar a sus enfermos a todo riesgo. Basta con detenerse en la emergencia del Antonio María Pineda para ver cómo, en carros de cualquier tipo, llegan enfermos.
Estos pacientes son trasladados en camillas, en perezosas, en colchones o en hombros. «Si no hay ambulancia hay que buscar la forma», es la explicación que estas personas dan a los periodistas.
Con información La Prensa de Lara
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