Además de la restricción en el horario de venta de combustible, establecido desde las 8:00 a.m hasta las 12 del mediodía, tras la medida de cuarentena por COVID-19, los maracaiberos deben lidiar con el abuso de los funcionarios de seguridad que regulan a su manera el ingreso de vehículos a las estaciones de servicio.
Según los usuarios, esta irregularidad se presenta desde el pasado 1ero de junio, cuando el Gobierno implementó el nuevo esquema de distribución de la gasolina, el cual otorga un “cupo mensual” de 120 litros para los vehículos y 60 litros para las motos por un costo de Bs. 5.000 por litro, mientras el combustible de precio internacional será de 50 centavos de dólar.
«Por más que llegues temprano nunca tienes oportunidad de surtir gasolina, porque los militares comienzan a meter a su gente e irrespetan abiertamente el orden que hacen los usuarios. Esto se salió de control, he venido dos veces y no he podido surtir”, denunció Juan Diego Martínez, luego de pasar nueve horas en una fila de la gasolinera Los Quinteros, en Bella Vista.
“Para un ciudadano común es imposible tanquear. Los policías no te dejan pernoctar en las estaciones, te detienen si vas de noche, y si llegas a las dos o tres de la madrugada encuentras una cola digna de una noche de pernocta. No se sabe en qué momento se formó la cola”, reclamó Juan Montero, quien también perdió su día para surtir gasolina. “Ahora tengo que esperar hasta el sábado para intentar otra vez”.
«Los usuarios denunciaron que en las jornadas diarias, los funcionarios de seguridad regulan a su conveniencia la entrada de carros. “Los llamados apoyos son usuarios VIP, ellos llegan y de una vez van para dentro de las estaciones, con el consentimiento de los funcionarios”, reclamó Martínez.
La espera y la indignación se hace presente a diario en las estaciones abiertas para la venta del carburante subsidiado, sin embrago las gasolineras que expenden a precio internacional también registran extensas colas de carros.
«No me quedó de otra que sacar 10 dólares que tenía para echar 20 litros de gasolina. Fui tres veces a llenar en las subsidiadas, pero siempre quedaba por fuera. Eso es un desorden que arman los funcionarios para pasar a su gente”, dijo Fernando Cabrera, mientras esperaba su turno en la bomba ubicada frente al centro comercial Costa Verde.
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