La consulta popular impulsada por la oposición venezolana ha concluido este sábado. El referéndum ha sido promovido desde la Asamblea Nacional por Juan Guaidó, en rechazo a las elecciones legislativas del pasado domingo. La moderada movilización en las calles y una inédita participación digital fueron la respuesta ante unos comicios a los que no concurrieron anticipando un fraude electoral. Las tres preguntas que diseñaron los organizadores están dirigidas a reafirmar la petición de unas elecciones presidenciales y legislativas con garantías, rechazar el proceso del 6 de diciembre y respaldar las gestiones que puedan hacerse en el plano internacional para sacar al país de la profunda crisis política y humanitaria que atraviesa.
Por FLORANTONIA SINGER– EL PAÍS
Diana Bartomeu acudió al punto de encuentro cercano a su residencia en el barrio de clase media de Los Palos Grandes, en Chacao. Los organizadores invitaron a quienes votaron en la consulta en línea a ratificar su participación este sábado. El gesto consistía en anotar en un papel el código que arrojó el cuestionario llenado en un canal de la aplicación de Telegram, que disparó sus descargas esta semana, y depositarlo en una caja. Eso era todo. Pero la mujer de 62 años dijo estar feliz de poder expresarse. La emoción, sin embargo, es contenida. “Sabemos que en enero el Gobierno va a instalar su fraude, pero acá demostraremos a la comunidad internacional que somos mayoría y que necesitamos su ayuda para que el cambio llegue antes de que desaparezcamos”. Bartomeu fue con su hijo de 22 años, quien todavía no está inscrito para votar. “La comunidad internacional tiene que ayudarnos a conformar un Consejo Nacional Electoral (CNE) que sea legal y limpio para que podamos ejercer nuestro derecho al voto”, comentó. “Así la oposición esté separada, si se cambia el CNE aquí todo el mundo saldrá a votar y el Partido Socialista Unido de Venezuela no ganará nunca más”.
En el centro de Caracas, Alba Parra hizo su voto manual en la consulta popular. En una acera, sentados en un par de bancos, los voluntarios llenaban las planillas de las personas que querían participar. Cada ciudadano debía marcar sí o no en una papeleta con tres preguntas. En el ajetreo callejero de un diciembre con restricciones más relajadas tras ocho meses de cuarentena, más de un transeúnte desinformado se detuvo para firmar cuando le explicaron de que se trataba. “A esta altura de mi vida tener expectativas es difícil, pero las tengo por mis nietos. Tenemos que volver al tiempo en el que pueblo ponía y quitaba los gobiernos. Para eso tenemos una Constitución”, dijo Parra de 67 años.
En algunos puntos de la ciudad hubo escaramuzas con los grupos de choque del chavismo, que obligaron a los organizadores a retirar los puestos. Los incidentes ocurrieron en Catia, Parque Central, La Florida, en Caracas, y también hubo algunos reportes en el interior del país.
En barrios como Carapita, al oeste de Caracas, la consulta fue discreta, dentro de las casas. La estrategia fue similar en muchos sectores populares. Letreros con el mensaje “Consulta popular aquí” indicaban a los vecinos donde podían participar, tanto en la forma manual como en la digital. En Venezuela solo cuatro de cada 10 habitantes tiene una línea activa de teléfono móvil para descargar aplicaciones, como Telegram, la requerida para la consulta. En 2019 se perdieron casi siete millones de líneas telefónicas, según datos de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones.
La jornada no generó una fotografía comparable con la multitudinaria consulta que realizó la oposición el 16 de julio de 2017, luego de tres meses de intensas protestas callejeras en rechazo al despojo que hizo el Supremo de las competencias del Parlamento. La consulta de este año incluyó votos de los venezolanos en el exterior y tuvo una etapa digital no tan visible, diseñada así para reducir los riesgos de la pandemia en plena segunda ola de contagios. Pero la huella de la organización social se hizo presente en esos casos, donde las votaciones, entendidas como un acto de protesta, se hicieron casi de forma clandestina. Los promotores no han informado aún los resultados. El objetivo es que el número de participantes sea superior a los cinco millones de personas —de un padrón electoral de 20 millones— que votaron en la parlamentarias del pasado domingo, en las que Nicolás Maduro se aseguró su permanencia en el poder.
Carlos Julio Rojas, ex preso político y voluntario en la organización, señaló que la consulta también se convirtió en un reclamo contra los líderes opositores. “La gente se pregunta que viene después de esto y sin duda a partir de enero tocará reconstruir la oposición, que tiene que conectarse con los problemas de la gente”. Rojas reclamó estrategias más creíbles para propiciar el cambio político y señaló una vía. “Hemos protestado muchas veces, pero cuando se empieza a negociar abandonamos la protesta. Hay que negociar con la calle encendida”.
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