Los decretos y reglamentos que el Estado venezolano fue aplicando paulatinamente a los parques nacionales, únicos en su biodiversidad, son letra muerta desde que los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro permitieron la violación de esos espacios naturales y el disfrute y la explotación comercial para unos pocos privilegiados. En el caso de la «megarrumba» en el tepuy Kusari, el exministro del Ambiente Arnoldo Gabaldón destaca que «pisando la vegetación o ahuyentando la fauna ya se quiebra la dinámica rutinaria natural»
El próximo 12 de junio, el Parque Nacional Canaima —con sus 30 mil kilómetros cuadrados de extensión— cumplirá 60 años de haber recibido la protección del Estado mediante decreto. 30 años después, en 1994, el Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco lo declaró Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad.
Sin embargo, a lo largo de los últimos años áreas al sur del estado Bolívar —y otras zonas del país que también están bajo resguardo del Estado por representar ecosistemas frágiles y ricos en biodiversidad— han sido centro de polémicas por su uso inapropiado y abuso, al extremo de estar en peligro por daños irreversibles. Tal es el caso de la explotación del Arco Minero del Orinoco y la permisividad gubernamental en la explotación ilegal de oro, otros metales y tierras raras al sur del estado Bolívar.
Venezuela es uno de los 17 países megadiversos en el mundo. Cuenta con 44 parques nacionales, 64 parques de recreación y 37 monumentos naturales. Hasta ahora, parece que no hay uno que se haya salvado en las últimas dos décadas por acción u omisión de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
De los parques nacionales algunos «privilegiados» y «enchufados» sacan provecho de su explotación comercial, más allá del disfrute permitido y reglamentado. Existen abundantes denuncias públicas de ocupaciones y construcciones ilegales en zonas protegidas.
También se producen daños en áreas que tradicionalmente fueron preservadas por los moradores y vecinos, como el Parque Henri Pittier (Aragua), que ha sufrido recientemente la depredación constante de sus árboles para convertirlos en leña, ante la carencia de combustibles para uso doméstico.
De gala en el tepuy
La denuncia más reciente, presentada por la ONG SOS Orinoco y que se hizo viral en redes sociales, se debió a la fiesta de etiqueta, con vestidos de fiesta largos y corbatas, celebrada en la cima del tepuy Kusari, en el Parque Nacional Cainama. La «merrumba» a lo alto del tepuy fue organizada por el empresario turístico y presidente del Grupo La Marea, Rafael Oliveros, director general de Campamento Canaima.
Al encuentro llegaron en helicóptero figuras como Titina Penzini, la relacionista pública Aura Marina Hernández, el llamado «zar de la belleza», Osmel Sousa, la exmiss Gabriela Ferrari, entre otros. Todo quedó registrado en redes sociales, aunque algunos borraron los videos una vez tomó vuelo el escándalo.
Como referencia, un vuelo en helicóptero sobre el Salto Ángel y con aterrizaje en la cima —actividad permitida con ciertas restricciones— costaba, en septiembre de 2021, entre 450 y 550 dólares por persona —dependiendo del tipo de helicóptero— en viajes que requieren grupos de seis, según informó el youtuber Gabriel Herrera en su viaje que partió desde Wakü Lodge. Es decir, alrededor de 3.000 dólares, la misma cifra que una fuente protegida indicó a El Pitazo cuesta una hora de vuelo en helicóptero de los que se emplearon para la celebración en el tepuy Kusari.
Para la «megarrumba» sobre la cumbre protegida del Kusari, según el mismo medio, se hicieron 14 vuelos solo para llevar los equipo para la pernocta de más de 30 personas, que se cumplió en 14 carpas.
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