Poco a poco Nicolás Maduro y Diosdado Cabello van acercándose al final del callejón sin salida donde se han metido. Deben escoger cómo quieren perder más: confrontando o negociando. Si no tienen suficiente fuerza para la confrontación, tendrán que volver a Barbados donde los representantes de un desafiante Juan Guaidó los esperan
Por Pedro Benítez / ALnavío
La noche del 6 de diciembre de 2015, el general Vladimir Padrino López, en su doble condición de ministro de la Defensa y comandante del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) se presentó ante las cámaras de televisión para, palabras más palabras menos, garantizar el resultado de las elecciones parlamentarias que ese día la oposición venezolana ganó al obtener 2/3 partes de las bancas de la Asamblea Nacional (AN).
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De esa noche a esta parte el general Padrino se ha actuado públicamente más como un activista político que como alto jefe militar. Sin embargo, lo que ocurrió en esa ocasión explica mucho de acontecido en Venezuela desde entonces. Al frente de la FANB como institución actuó como el árbitro final de la disputa política, lo que es coherente con lo que ha sido su actuación dentro de la corporación militar.
Por otro lado, el 23 de diciembre de ese 2015, la todavía mayoría chavista de la AN aprobó atropelladamente (violando los lapsos establecidos en la Constitución) la designación de nuevos magistrados al Tribunal Supremo de Justicia para que no lo hiciera la nueva AN que se instalaría en enero siguiente y de esa manera iniciar la maniobra para bloquearla.
El que encabezó el ardid fue Diosdado Cabello, presidente de esa Asamblea Nacional, que para justificar la operación afirmó en sus palabras de cierre de esa sesión parlamentaria que con la oposición: “No hay nada que dialogar”. Y agregó como sentencia: “La confrontación es inevitable”.
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Esa fue, ha sido, y es, su posición como segundo hombre del régimen heredado por Nicolás Maduro de Hugo Chávez. Con mucho orgullo ha jugado el papel del más radical de los radicales; desde la presidencia de aquella Asamblea Nacional, como primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), desde su programa de televisión y ahora como presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
Por su parte Maduro se ha movido entre las dos posiciones. La del general Padrino López aquella noche y la de Diosdado Cabello. Obviamente no ha querido arriesgar perder el control de la FANB, que no obstante bastante se ha deteriorado. Pero tampoco el control político del chavismo. Por eso su guerra fría con Diosdado Cabello jugando a ver quién es más radical, el más macho, el más irresponsable o al que se le ocurre la idea más disparatada.
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