Zimbabue rendía este sábado un último homenaje nacional a su controvertido expresidente Robert Mugabe, “héroe” proclamado de la independencia de un país al que acabó dejando exánime al cabo de 37 años de autoritario mandato.
Varios jefes de Estado africanos, en activo o retirados, y decenas de miles de personas empezaron a llenar el estadio nacional deportivo de Harare, la capital zimbabuense, donde se esperan unos funerales con gran pompa.
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Entre ellos están los presidentes sudafricano Cyril Ramaphosa, keniano Uhuru Kenyatta y ecuatoguineano Teodoro Obiang Nguema, que posee el récord de los jefes de Estados en ejercicio, con 40 años de mandato.
Robert Mugabe falleció el 6 de septiembre con 95 años, en un hospital de lujo de Singapur en el que era tratado desde hacía años.
Obligado a renunciar a su cargo por un golpe de fuerza del ejército y de su partido, Mugabe dejó un país sacudido por la represión y arruinado por una crisis económica sin fin que hundió a una gran parte de su población en la miseria.
“A pesar de algunas dudas sobre lo que algunos calificaron de errores […] la posición del gobierno es muy clara”, declaró a la AFP en la víspera del funeral el actual ministro de Relaciones Exteriores, Sibusiso Moyo. “El difunto presidente es un ícono”, aseguró.
“Hizo mucho bien, desde el punto de vista del gobierno no es ni más ni menos que un héroe nacional”, añadió.
Pero esta opinión no siempre es compartida en las calles de Harare por el zimbabuense medio, cuya vida se ve marcada por el desempleo, una inflación de tres cifras y la escasez de productos de primera necesidad.
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“¿Por qué estar de luto cuando sufrimos así?”, se pregunta Ozias Puti, de 55 años, uno de los numerosos vendedores ambulantes en las calles de la capital. Mugabe “destruyó este país”, afirma.
-Entierro dentro de un mes-
“Las cosas iban mucho mejor con Mugabe”, opina en cambio Daydream Goba, un desempleado de 27 años. “Los precios de los productos básicos eran más bajos. Ahora ya no nos llega el dinero y la policía nos persigue cuando intentamos vender en las calles”.
“Estoy aquí para llevar el luto por nuestro héroe” indicó por su parte un excombatientes de la “guerra de la liberación”, Solomon Nyoka, de 64 años. “Todo lo que es positivo en Zimbabue, su unidad, su reconciliación, y la tierra que ya es nuestra, es gracias a Mugabe”.
Robert Mugabe no solo dividió a su país en vida, sino también tras su muerte, debido a la cuestión del entierro.
Durante varios días, su familia batalló para que fuera inhumado en su pueblo del distrito de Zvimba, a un centenar de kilómetros de Harare. El gobierno de su sucesor, Emmerson Mnangagwa, deseaba por el contrario enterrarlo en el “Campo de los Héroes”, el panteón local.
La disputa concluyó el viernes, cuando se decidió enterrar al “camarada Bob”, como lo apodaban los dirigentes de su partido, en el monumento nacional de Harare, pero no antes de un mes, para que dé tiempo a construir un mausoleo.
“No lo enterraremos hasta que no concluya la construcción de este mausoleo”, dijo el presidente zimbabuense, Emmerson Mnangagwa.
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Desde la caída de Robert Mugabe, las relaciones del expresidente y su familia con Mnangagwa, a quien el exmandatario calificó públicamente de “traidor”, son claramente malas.
En noviembre de 2017, el ejército empujó a Mugabe a la salida, tras su decisión de expulsar a Mnangagwa, entonces vicepresidente, por sugerencia de su esposa, Grace Mugabe. La entonces primera dama codiciaba de forma cada vez más abierta la sucesión de su marido nonagenario.
AFP
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