20.000 soldados desplegados, líneas de metro cerradas y los parques y edificios cercados son parte de las medidas de seguridad para la toma de posesión de Biden.
El centro de Washington parece un fortín. El perímetro de la Casa Blanca y el Capitolio está cercado por vallas de tres metros de altura que del otro lado vigila un imponente despliegue de la Guardia Nacional. Se ven camiones militares y en las marquesinas de los autobuses aparecen los rostros de los asaltantes del Capitolio que busca el FBI. Pesados bloques de cemento impiden el paso en algunas vías y desde este viernes hasta la toma de posesión del presidente electo Joe Biden, el próximo miércoles, todos los estacionamientos de la zona permanecerán bloqueados. En un intento por disuadir a los que pretenden viajar a la capital para protestar el día de la investidura, Airbnb canceló todas las reservas y las principales líneas de metro de la zona restringida están cerradas hasta el próximo jueves.
En la capital del poder, la toma de posesión de un presidente es una fiesta. La postal del primer día de un mandatario dirigiéndose a miles de ciudadanos desde las alturas del Capitolio constituye una especie de rito de iniciación. Con la amenaza de nuevos ataques organizados por grupos de extrema derecha, la imagen que dejará el juramento de Biden será completamente distinta de las registradas en las últimas décadas.
Más de 20.000 soldados se encargarán de la seguridad para apoyar al cuerpo policial del Capitolio después del “grave fallo sistémico” —en palabras del Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, dirigido por demócratas— que permitió que una turba de trumpistas asaltara el Congreso la semana pasada. A ello se suman las advertencias del FBI y el Pentágono sobre nuevas revueltas para la toma de posesión de Biden. La última de una serie de medidas extremas para reforzar la seguridad en la capital estadounidense es que el National Mall, la zona de los monumentos ubicada a los pies del Congreso donde suelen reunirse los ciudadanos durante el discurso inaugural, estará cerrada el día de la investidura. Quienes quieran escuchar a Lady Gaga cantando el himno nacional o ver la actuación de Jennifer Lopez deberán hacerlo por streaming. La pandemia y las alertas de seguridad marcarán la histórica jornada.
El FBI ha advertido de posibles protestas armadas en Washington y en los 50 Capitolios estatales durante los días previos a la investidura de Biden. La agencia federal instó el miércoles a los jefes de policía de todo el país a estar en alerta máxima y a compartir información de inteligencia sobre cualquier amenaza que encuentren. El director del FBI, Christopher Wray, y Kenneth Cuccinelli, subsecretario interino del Departamento de Seguridad Nacional, le comunicaron al cuerpo policial la posibilidad de ataques a edificios federales, casas de miembros del Congreso y empresas.
El Centro Nacional de Contraterrorismo y los Departamentos de Justicia y Seguridad Nacional emitieron esta semana un boletín en el que advertían de que las cinco muertes en las revueltas de la semana pasada podrían ser un “importante motor de violencia” para los grupos de milicias armadas. Los extremistas que buscan desencadenar una guerra racial “pueden aprovechar las secuelas del asalto al Capitolio mediante la realización de ataques para desestabilizar y forzar un conflicto culminante en Estados Unidos”, rezaba la misiva. El violento episodio de la semana pasada ha puesto en el ojo del huracán a las fuerzas de seguridad encargadas de proteger el Congreso. El jefe de la Policía del Capitolio y otros dos altos funcionarios de seguridad dimitieron después del asalto, tres oficiales han sido suspendidos y 17 están bajo investigación.
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