Donald Trump y Joe Biden vuelven a medir sus fuerzas por última vez en este ciclo electoral en las elecciones que tienen lugar este martes en el estado de Georgia, una segunda vuelta que decidirá no sólo dos escaños en el Senado, sino el control del Capitolio. Los dos políticos visitaron Georgia el lunes en un esfuerzo de última hora por movilizar a sus bases en un estado que, además, se ha convertido en el epicentro de las denuncias de fraude del presidente, que libra una batalla incluso contra su propio partido con la finalidad de impugnar el resultado de las presidenciales.
De momento, los demócratas son mayoría en la Cámara de Representantes, o Baja, y el domingo eligieron como presidenta de esta a Nancy Pelosi. Si nada lo impide, el miércoles el mismo Capitolio aclamará al también demócrata Biden como presidente número 46 de la nación. Queda en el aire el control del Senado, que se renovó en un tercio en las mismas elecciones del pasado mes de noviembre.
Tan ajustados fueron los resultados que la mayoría en esa Cámara queda pendiente de esos dos escaños por Georgia, que van a segunda vuelta porque ninguno de los cuatro candidatos en liza obtuvo el 50%.
Trump visitaba este lunes Georgia después de que se filtrara a la prensa estadounidense una incendiaria llamada de una hora que mantuvo el sábado con un alto funcionario de ese estado, el republicano Brad Raffensperger, a quien instó a que le «busque votos» para anular la victoria de Biden. El demócrata ganó Georgia por algo más de 11.000 votos, y Trump lleva desde la jornada electoral denunciando fraude en el recuento. Raffensperger es el secretario de Estado de Georgia, y de él depende la certificación de los resultados, que se produjo en diciembre. Todas las certificaciones se leerán en el Capitolio el miércoles, y Biden será proclamado ganador oficial.
Los demócratas, incendiados por esa llamada, han circulado ya todo tipo de propuestas: volver a recusar al presidente en un juicio político por «impeachment», aprobar una censura en la Cámara de Representantes, pedir al gabinete de ministros que lo inhabilite… Sin embargo, ninguna de esas opciones prosperará, ya que a Donald Trump le quedan apenas dos semanas en el cargo y los demócratas ya están centrados en sus prioridades en el próximo mandato. Hay abierta además una guerra interna entre los sectores más centristas del partido y la nueva izquierda que encabezan jóvenes diputados como la neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez.
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