«Déjenme decirles, solo para que sepan: si fuera hoy, volvería a hacerlo», declaró James Mitchell, psicólogo que estuvo al servicio de la Fuerza Aérea de EE.UU., en su testimonio de este martes ante una comisión militar en la base naval de Guantánamo. Mitchell practicó personalmente técnicas de ahogamiento simulado a Khalid Shaikh Mohammed, uno de los cinco acusados en el proceso por los atentados del 11 de septiembre de 2001, en una prisión secreta en Polonia. Y años después no se muestra para nada arrepentido de sus polémicas prácticas de interrogación de sospechosos de terrorismo.
Junto con otro psicólogo, John ‘Bruce’ Jessen, Mitchell creó e implementó para la CIA —contando con el visto bueno del Gobierno— las llamadas «técnicas avanzadas de interrogatorio», tales como el ahogamiento simulado, la privación de sueño, el confinamiento en pequeñas cajas del tamaño de un ataúd o las palizas, entre otras. Defensores de derechos humanos, al igual que los abogados de los enjuiciados, insisten en que lo que hicieron con los detenidos fue tortura, por muy legalizada que estuviese en aquel entonces.
Mitchell argumentó que al participar en el programa de interrogatorios pensaba en su «obligación moral de proteger las vidas de los estadounidenses, frente a la incomodidad temporal de los terroristas que levantaron armas contra EE.UU.», y aseveró que la CIA solo quería prevenir «otro ataque catastrófico» en el país, según cita sus palabras Los Angeles Times.
También confesó que pensaba que si no lo hubiese hecho él, la CIA probablemente habría seguido con el programa de todas formas, pero de manera menos eficaz y tal vez mucho más dura, y agregó que decidió testificar «por las víctimas y sus familiares«.
En declaraciones recogidas ya por The Guardian, Mitchell afirmó que «la CIA nunca estuvo interesada en el procesamiento» de los implicados y que sus agentes pretendían «alcanzar la línea de lo que era legal, pisarla e inclinarse hacia adelante». Además, acusó a otros interrogadores de la CIA de sobrepasar las pautas establecidas para el ahogamiento simulado y emplear técnicas no autorizadas.
El expsicólogo de la Fuerza Aérea de EE.UU. asegura que trató de parar algunas sesiones que se salían de control, incluso practicadas por el jefe de interrogaciones, y describió el enfoque existente detrás de esos abusos como «hazle daño a la persona hasta que te diga lo que quieres saber, y después hazle más daño para descubrir si te está mintiendo».
- Los testimonios de Mitchell, así como de Jessen, podrían influir en el destino de los sospechosos de los ataques terroristas, si se demuestra que la CIA y el FBI fueron cómplices en torturar a los detenidos y que las «técnicas avanzadas de interrogatorio» se implementaban a nivel gubernamental en violación de sus derechos humanos.
- Los cinco acusados podrían ser condenados a la pena de muerte si los hallan culpables, y ahora la pregunta clave es si la justicia decide excluir como pruebas en su contra los testimonios que rindieron bajo tortura.
Con información de RT
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