Un sujeto desconocido entró encapuchado el viernes a la Catedral de Managua y lanzó un artefacto explosivo que provocó un incendio, según fuentes oficiales, una versión que ha sido puesta en duda por el gobierno de Nicaragua.
Por VOA
“Una persona no identificada ingresó a la Capilla de la Sangre de Cristo en la Catedral Metropolitana de Managua y arrojó una bomba, produciendo un incendio”, informó la Arquidiócesis de la ciudad mediante un comunicado.
Los bomberos controlaron el incendio, que se produjo alrededor de las 11:00 hora local. Agentes de la Policía Nacional acordonaron la zona para evaluar el incendio, según pudo constatar la Voz de América. Hasta el momento no se ha registrado ningún herido.
El cardenal Leopoldo Brenes, el máximo líder de la iglesia en Managua, se acercó a la catedral y dijo a los medios que el ataque fue un acto planificado.
“La persona pasó más de veinte minutos dando vueltas y después que tiró el artefacto planificó por dónde iba a salir. Fue por una verja que se nos robaron hace rato””, dijo Brenes a periodistas en los alrededores de la catedral.
La versión oficial
Por su parte, la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, quien dijo ser “devota” de la imagen de la Sangre de Cristo que se encuentra en la capilla afectada, dejo abierta la posibilidad de que, en realidad, el incidente no fuera un acto vandálico.
Murillo afirmó que “se comprobó” la existencia de velas alrededor de la figura y aseguró que las autoridades están investigando el incendio y en las próximas horas emitirán un dictamen.
“Estaremos pendientes del peritaje (…), lamentablemente no entendemos las personas que las veladoras hay que ponerla a cierta distancia de las imágenes”, sostuvo la vicepresidenta en sus medios oficiales.
Más tarde el viernes en la noche la Policía Nacional emitió un comunicado en el que aseguró que “no se detectaron residuos de pólvora artesanal” ni otras sustancias como “gasolina, diésel o queroseno”.
Además, indica el despacho oficial, tampoco se detectó cortocircuito o “recalentamiento del sistema eléctrico” como fuente del incendio.
Finalmente, la nota de prensa informó que “en el lugar se encontró un atomizador plástico con alcohol” del que mostraron una fotografía, sin ofrecer más detalles.
Un “acto de terrorismo”
El cardenal Brenes, en sus declaraciones ante la prensa, descartó, sin embargo, la teoría de Murillo y aseguró que el incendio “fue un acto de terrorismo y planificado”.
Aunque las autoridades eclesiásticas informaron de que se trató de un artefacto explosivo, una testigo consultada por la VOA negó haber escuchado alguna explosión.
Alba Ramírez, que trabaja en la iglesia, contó que ella vio un “hombre delgado y encapuchado” entrar. Pocos minutos después, ella y otros trabajadores vieron llamas en la cúpula de la catedral, donde está la imagen de la Sangre de Cristo, una de las piezas de arte religioso más antiguas de Nicaragua.
“Traía algo en las manos pero nunca nos imaginamos que iba a pasar eso”, dijo Ramírez. “Lo único que hizo fue sacar algo y tirarlo (…), no oímos explosión, simplemente se incendió todo totalmente”.
Georgina Vega, representante del Centro Nicaragüense de los Derechos Humanos, afirmó a la VOA que el ataque fue una “violación” a los derechos humanos de libertad de culto y al libre pensamiento.
“Repudiamos estos actos de violencia, que generan terror”, dijo Vega y expuso que, desde que comenzaron las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega, en abril del 2018, ataques de este tipo contra centros de culto católicos se han intensificado.
Sin embargo, el incendio de hoy demuestra que en los últimos meses “se han tomando medidas más drásticas, al punto de lanzar una bomba, al mediodía, [cuando] hay muchos feligreses rezando”.
Durante la última semana al menos tres templos han sido atacados en Nicaragua.
(Con la colaboración de Alejandra Arredondo)
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