Los profesionales de la salud en México se han mantenido al frente de la línea de fuego desde que comenzó la pandemia por coronavirus en febrero de 2020. Sin embargo, también han sido fuertemente agredidos por la población, que, desde un principio, aseguraba que quienes trabajaban en el sector salud eran un riesgo de contagio.
Tras un año de la pandemia, la Cruz Roja Mexicana ha ayudado a atender a miles de mexicanos con COVID-19. Aun así, logró registrar 95 agresiones en contra del personal sanitario o instalaciones médicas relacionadas con la pandemia, de acuerdo con el portal Animal Político.
De los 95 casos registrados, 21 fueron en contextos de crisis o violencia ajenos a la pandemia, explicó Martin de Boer, jefe adjunto de la delegación regional en México y Centroamérica del Comité Internacional de Cruz Roja al medio.
Entre estas agresiones se encontró el ingreso de individuos armados a las instalaciones de salud o el cierre de centros médicos comunitarios. En esas agresiones se presentaron siete personas heridas, dos ataques a voluntarios o instalaciones de la Cruz Roja y el homicidio de un médico.
Otros de los casos registrados en el informe habrían afectado a 117 trabajadores de la salud entre enfermeras, médicos, voluntarios, hospitales y ambulancias.
“El CICR fue testigo de cómo en contextos de pandemia, la falta de información, la incertidumbre y el miedo son caldo de cultivo para que el personal sanitario sea blanco de amenazas y ataques. Ello pone bajo una enorme presión y estrés a los sistemas de salud y a las comunidades vulnerables que ven obstaculizado el acceso a los servicios médicos debido a la violencia armada”, dijo De Boer.
Las agresiones, señaló el funcionario de la Cruz Roja, han generado afectaciones físicas o psicológicas entre los médicos y enfermeras, además de evidentes obstáculos para prestar servicios de salud por la estigmatización social que existe hasta la fecha.
Sin embargo, señaló a Animal Político que este tipo de violencia sí surgió a partir de la pandemia en 2020. “Desde hace un año, el personal de salud en primera línea trabaja sin tregua para combatir la COVID-19. Su camino no ha sido fácil y mientras a marchas forzadas adaptan sus estrategias, rutinas y jornadas laborales para salvar vidas, episodios asociados a la violencia han puesto en riesgo su integridad física y la de sus familias”, contó.
Las agresiones contra profesionales de la salud tuvieron su auge al inicio de la pandemia, cuando, de manera constante, eran atacados física y verbalmente, ya fuera con acusaciones, actos discriminativos o confrontaciones físicas.
Ante ello, la Organización de las Naciones Unidas emitió un comunicado en el que lamentaba y condenaba “cualquier expresión de odio, intolerancia, estigmatización y discriminación en contra de quienes hoy están en la primera línea de respuesta a la pandemia”.
Los profesionales de la salud fueron el primer grupo en recibir la vacuna en México, especialmente aquellos que atendían directamente a personas infectadas con COVID-19. Hasta ahora, el país ha aplicado 6 millones de vacunas, de las cuales 852,473 primeras dosis han sido aplicadas entre el personal de salud, mientras que 600,676 personas del sector ya cuentan con un esquema completo.
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