El tema de los 60 ciudadanos venezolanos deportados desde Colombia de participar en actos vandálicos causó la reacción de algunos de ellos, quienes conversaron con Infobae. Denunciaron haber sido golpeados y torturados con electricidad por la Policía colombiana. En los nueve casos que consultamos hay coincidencia en señalar que no les permitieron a los familiares verlos después de haber sido detenidos.
Consideran también en que la verdadera razón de su deportación sería la xenofobia. “En Colombia se están cansando de tanto venezolano”, dice uno de los entrevistados. Todo relatan que la Policía les ocultó información, engañó a la familia al citarlos para el lunes a las 11 de la mañana, pero los sacó horas antes, a las 5 de la madrugada, en un avión hacia Venezuela.
“Formamos un grupo y nos dedicamos a orar y a pedirle a Dios que ellos llegaran con vida a sus destinos en Venezuela. Lo que no entienden quienes se llevaron a nuestros familiares es que nosotros no nos vinimos de Venezuela por gusto, sino por necesidad”.
Otro detalle común es que los 60 hombres detenidos, de los cuales 58 son muy jóvenes, dicen haber sido inicialmente llevados a sedes del Comando de Acción Inmediata (CAI) que es la unidad policial con una jurisdicción menor, estratégicamente ubicada en los perímetros urbanos y algunas veces a la Unidad de Reacción Inmediata (URI) de la policía.
Johanna López es la pareja de Maikel Emmanuel Graterol Araujo, es colombiana y cuenta que tienen ocho meses de relación. Dice que el viernes él estuvo en la casa. “El sábado fue a trabajar a Corabastos. Llegó la Policía Militar de acá de Colombia y los fue subiendo al camión. A las 10:20 me llamó diciéndome que se lo estaban llevando para la estación Kennedy. No nos daban información. El domingo a las 7 de la noche Migración nos dice que están revisando el proceso y que el lunes después de las 10 AM nos dan información. Pero en la madrugada los mandaron para Venezuela por el Amazonas”.
“Los detuvieron solo por ser venezolanos. No les importó separar familias. Un señor de la defensoría del Pueblo me dijo ‘es que solamente por ser un hijuep… veneco se tienen que devolver para su país’. Muchos muchachos mandaron aun cuando tenían sus papeles en regla”.
Lo policías lo golpearon y le echaron gas pimienta. Después del avión los mandaron en lancha. Él y a otros “los ayudó la Guardia para poder llegar a la casa. Les dieron viáticos, comida y transporte. Al grupo en el que iba mi esposo lo entrevistaron allá en Venezuela porque iba a estar el Gobernador y el Presidente. Y me dijo que el miércoles había salido en el programa Con el Mazo”.
Yirimar González es venezolana, pareja de Ángel Roberto Espinoza Rivero, con quien tiene dos hijos y actualmente está embarazada. “Estaba durmiendo con él, cuando llegaron y se lo llevaron. También se llevaron a todos los que viven ahí que son hombres. Ángel es el encargado de la vivienda donde vivimos”.
Yenny Viloria es la tía de Heyerson David Guerrero Viloria, de 18 años. “No tenía cédula porque hace meses lo atracaron entrando a la casa. A él lo detienen en chanclas (sandalias de casa)”. Dice que ellos son de Motatán, Trujillo.
“Pasé por momentos de mucha angustia. Fuimos víctimas de las autoridades. Mi sobrino el viernes estuvo en su trabajo hasta las 10 de la noche. El viernes fue detenido, el sábado a las 2 de la tarde, por la Policía de Álamo en un parque. Me enteré el domingo y fui hasta el sitio donde lo tenían, le pasé un almuerzo. El lunes a las 11 me muestran un listado, luego que una señora venezolana me dijo que se los habían llevado. Me puse a llorar. Supe de él cuando me llamó el martes. Le envié para los pasajes de él y otros tres muchachos con quienes andaba, para que llegaran a Caracas”.
Narra que él le dijo que habían sido muy golpeados y maltratados. “Exijo que me expliquen por qué lo trasladan a Venezuela cuando él trabaja aquí en una empresa, para poder ayudar a su hermanita que es especial y a sus otros hermanos que viven allá”.
Heyerson David Herrera Viloria, quien estaba en Bogotá desde diciembre, narró que lo detuvieron en el parque de Álamo, zona en la cual no hubo protesta alguna. “Me llevan a la sede del CAI en Álamo. Desde el primer momento el policía me cae a coñ… Me decía ‘veneco hijue…’. Luego me dijeron que hiciera una llamada y la hice a mi primo para que fuera a buscar la bicicleta y el teléfono. Me hicieron firmar algo, Me golpearon muy duro con los rolos y nos metían pistolas de corrientes para que dijéramos que sí estábamos saqueando”.
“A la 5 de la madrugada nos sacan de ahí. Nos llevan en unas busetas (colectivos) y nos meten esposados en un avión. No nos pudieron dejar en un sitio y nos llevaron hasta la frontera con Amazonas”.
Arelis Silva es la esposa de José Gregorio Sayago Montoya, detenido con su primo Carlos Daniel Ramírez Moreno. “Ellos bajaron el sábado a eso de las 4 de la tarde, desde aquí de Patio Bonito, Bogotá, donde vivimos. Fueron a la bodega a comprarme café y azúcar. De regreso, a unas cuadras de la casa, pasaban frente a la cancha y se pararon dos policías motorizados. Los llevaron a la estación del CAI y luego los llevan a la URI de Puente Aranda”.
“Él me dijo que dentro del autobús donde los iban a trasladar, les lanzaron una bomba lacrimógena, les pegaron. Cuando los metieron a la URI los esposaron de a dos, los golpearon y les metieron electricidad. Les dijeron que a los venezolanos no los querían aquí, que éramos una basura, una plaga. Ellos lloran contando lo sucedido”.
Dice que Sayago le pidió que le llevara una muda de ropa porque cuando lo agarraron estaba en pantalón corto (short) y chancleta (sandalia de casa). “Les llevé la muda de ropa y chaquetas, además de los documentos. Mi esposo tiene tres años en Bogotá y cuenta con el permiso legal de permanencia. Mi primo, ocho meses”.
“Después que los bajaron del avión, los trasladaron en unas lanchas y los dejaron en la frontera. Cada quién tuvo que agarrar por su lado. Unos se quedaron en Apure, otros siguieron”.
José Gil, hermano de Yeremi Ezequiel Gil Alvarado narra muy indignado que “la experiencia que mi hermano vivió no fue nada fácil. Me dijo que lo golpearon y le metieron corriente, los amenazaron de muerte. Yo quiero saber por qué le hicieron eso, cuál es el expediente que les tienen”.
A Yeremi lo detuvo la policía cerca del Colegio Leonardo Posada. “Eso fue el sábado como a las 10 de la mañana. El viernes él no salió de la casa por las protestas. El sábado insistió en irse, en bicicleta, a hablar con la patrona (su jefa), para explicarle por qué no iba a trabajar, ya que nos habían dicho que Patio Bonito estaba prendido y estaban sacando a los venezolanos de los apartamentos. De regreso, lo detuvo la policía solo por ser venezolano”.
“A mi hermano lo golpearon y hasta le metieron corriente. Lo mandaron para Venezuela. Mi mamá es colombiana y como estamos en trámites de cedulación, le dijo que se viniera, pero él no se quiere venir. Está aterrado”.
Luis Guillermo Hernández es el hermano mayor de José Daniel Salazar, quien apenas tenía 22 días de haber llegado a Bogotá cuando lo detienen. Cuenta que “por el problema de los disturbios estábamos encerrados en la casa, junto con mi esposa y mis hijos. De repente escuchamos muchos gritos y la policía entró a la casa, sin orden ni nada. Nos levantaron a mi esposa que es colombiana y a mí. A mi hermano lo agarraron entre dos policías y se lo llevaron a la fuerza, mientras le gritaban que era un veneco y que por eso se lo llevaban”.
Su hermano le contó después el maltrato que recibió por parte de las autoridades colombianas. “Me dijo que lo trataron muy feo, que le decían ‘perro hijue… se va para su país’. Le pegaron a él y a todos los detenidos ahí. Finalmente los botaron en la orilla del río Amazonas, exactamente en San Fernando de Atabapo”.
Raquel Mejía es la madre de Yosmar Eduardo Paredes Mejía, quien relata que “mi hijo estaba aquí en la casa. Salió como a las 11 de la mañana del sábado para irse a cortar el cabello y se fue en la bicicleta de su hermano. Su esposa es de Mérida, Venezuela, y vive aquí cerca; ellos tienen un bebé de seis meses, pero está solo registrado con el apellido de ella. Cuando ella vino a buscarlo ya avanzada la tarde, nos preocupamos. Después supimos que la policía lo había detenido”.
Yosmar Eduardo cuenta: “Me golpearon, lanzaron bombas lacrimógenas y nos dejaron botados en la orilla del río Orinoco, sin entregarnos a Migración Venezuela. Ahí caímos justos por pecadores. Yo trabajé hasta el viernes. El sábado salí a cortarme el pelo y a arreglar un teléfono, cuando me agarraron los policías. Me llevaron al CAI de Patio Bonito y un policía nos dio una pela, porque éramos venezolanos. Nos decía ‘mald… venecos, aquí no los queremos, aquí los odiamos’. Eso fue horrible”.
“Con nosotros había dos señores de más de 50 años, a uno de los cuales le habían partido las cejas en el CAI. Los otros teníamos golpes y las heridas de la electricidad. En el bus lanzaron una lacrimógena y hubo varios desmayados”. Después que los dejaron en la frontera lo que hicieron fue caminar y pedir “cola” (aventones) en camiones. “Algunos militares nos ayudaron, otros no”.
Sandra Sánchez es la pareja de Deivi Javier Wickman Pérez. Ella dice que a su esposo lo sacó la policía de su casa, aun cuando tiene sus papeles en regla en Colombia. “Él acababa de llegar del trabajo. Estábamos en la terraza mirando que al frente estaba la Policía sacando a los venezolanos. Un policía le grito ‘pelao te voy a bajar’ y vino a la casa tocando duro la puerta. Los administradores les abrieron y uno de los policías sacó a mi esposo a empujones, frente a mis hijos. Revisaron la casa y todas mis cosas”. Sandra tiene cinco hijos, aunque ninguno con Deivi.
Dice que “lo golpearon muy fuerte y lo dejaron botado en el Amazonas. Y no sabemos qué hacer porque no sabemos que le colocaron a él para deportarlo”.
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