La cantidad de clientes habilitados por local es de uno cada cinco metros cuadrados, por lo que cada uno de ellos deberá indicar en su puerta el número máximo permitido adentro.
El protocolo indica a su vez que, durante las primeras dos horas, los adultos mayores de 65 años -considerados como grupo de riesgo ante la enfermedad- tendrán prioridad en las cajas de los comercios.
Los patios de comidas tendrán el mismo horario, aunque se les dará la posibilidad de mantenerse abiertos hasta las 9 PM. No obstante, durante las primeras dos semanas solo podrán entregar comida en el mostrador (formato también conocido como takeout, en inglés) y hacer entregas a domicilio. Una vez terminada la restricción temporal, podrán instalar mesas situadas a dos metros la una de la otra.
Finalmente, el documento establece que los establecimientos deberán limpiarse de manera permanente, sobre todo los baños.
La medida ilustra una vez más la manera en que Uruguay ha logrado contener el avance de la pandemia, en contraste con la realidad que enfrenta la mayoría de los países de la región. Según la página EndCoronavirus.org, del Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra en Massachussetts, Estados Unidos, Uruguay es uno de los 43 países del mundo y el único de Sudamérica que le “está ganando” al virus.
Uruguay decidió tomar una postura diferente al resto de los países de América Latina. El gobierno de Luis Lacalle Pou optó por una estrategia cuidadosa, enfocada en hacer sintonía fina entre salud y economía. Evitó la cuarentena obligatoria y apeló a la responsabilidad de la población.
Los primeros cuatro casos confirmados de coronavirus se conocieron en el país el martes 13 de marzo. El mismo día el gobierno declaró la emergencia sanitaria y anunció las primeras medidas: se suspendieron las clases, los eventos masivos, las actividades no esenciales y se ordenó el cierre de fronteras.
Casi tres meses después, registra 826 casos positivos -la mayor parte de ellos recuperados- y 23 muertes, de acuerdo a las cifras provistas por la universidad Johns Hopkins.
Otro ejemplo es la reanudación paulatina de las clases presenciales en Uruguay a partir de este mes, lo que lo convierte también en el primer país de la región en volver a hacerlo.
Unos 80.000 estudiantes uruguayos de más de 600 centros públicos de educación primaria y secundaria quedaron habilitados este lunes para volver a las clases presenciales.
“Este paso lo damos porque estamos convencidos de que el riesgo es mínimo”, dijo el presidente Luis Lacalle Pou cuando anunció la vuelta a clases. Aunque también se mostró cauto: “Para adelante todo lo posible, para atrás todo lo necesario”.
El regreso a las aulas es paulatino y voluntario: en dos semanas comenzará otro grupo de 230.000 estudiantes y los 390.000 restantes se presentarán a fin de mes. Los colegios privados también quedaron habilitados para comenzar de acuerdo con su propio cronograma.
La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) difundió un protocolo de prevención sanitario que establece ingresos con horarios escalonados, ventilación, lavado de manos, utilización de alcohol en gel y desinfección de los materiales y aparatos de uso común.
El tapabocas es obligatorio para los estudiantes de enseñanza media y voluntario para los escolares y preescolares. Durante la práctica de deportes y recreos se buscará mantener la distancia física.
En Uruguay ningún niño menor de cinco años se ha contagiado. Los “efectos positivos del cierre escolar son por lo menos discutibles. Pero los efectos negativos son indiscutibles”, señaló el profesor Henry Cohen, ex presidente de la Academia de Medicina uruguaya y también miembro del Comité.
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La cantidad de clientes habilitados por local es de uno cada cinco metros cuadrados, por lo que cada uno de ellos deberá indicar en su puerta el número máximo permitido adentro.
El protocolo indica a su vez que, durante las primeras dos horas, los adultos mayores de 65 años -considerados como grupo de riesgo ante la enfermedad- tendrán prioridad en las cajas de los comercios.
Los patios de comidas tendrán el mismo horario, aunque se les dará la posibilidad de mantenerse abiertos hasta las 9 PM. No obstante, durante las primeras dos semanas solo podrán entregar comida en el mostrador (formato también conocido como takeout, en inglés) y hacer entregas a domicilio. Una vez terminada la restricción temporal, podrán instalar mesas situadas a dos metros la una de la otra.
Finalmente, el documento establece que los establecimientos deberán limpiarse de manera permanente, sobre todo los baños.
La medida ilustra una vez más la manera en que Uruguay ha logrado contener el avance de la pandemia, en contraste con la realidad que enfrenta la mayoría de los países de la región. Según la página EndCoronavirus.org, del Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra en Massachussetts, Estados Unidos, Uruguay es uno de los 43 países del mundo y el único de Sudamérica que le “está ganando” al virus.
Uruguay decidió tomar una postura diferente al resto de los países de América Latina. El gobierno de Luis Lacalle Pou optó por una estrategia cuidadosa, enfocada en hacer sintonía fina entre salud y economía. Evitó la cuarentena obligatoria y apeló a la responsabilidad de la población.
Los primeros cuatro casos confirmados de coronavirus se conocieron en el país el martes 13 de marzo. El mismo día el gobierno declaró la emergencia sanitaria y anunció las primeras medidas: se suspendieron las clases, los eventos masivos, las actividades no esenciales y se ordenó el cierre de fronteras.
Casi tres meses después, registra 826 casos positivos -la mayor parte de ellos recuperados- y 23 muertes, de acuerdo a las cifras provistas por la universidad Johns Hopkins.
Otro ejemplo es la reanudación paulatina de las clases presenciales en Uruguay a partir de este mes, lo que lo convierte también en el primer país de la región en volver a hacerlo.
Unos 80.000 estudiantes uruguayos de más de 600 centros públicos de educación primaria y secundaria quedaron habilitados este lunes para volver a las clases presenciales.
“Este paso lo damos porque estamos convencidos de que el riesgo es mínimo”, dijo el presidente Luis Lacalle Pou cuando anunció la vuelta a clases. Aunque también se mostró cauto: “Para adelante todo lo posible, para atrás todo lo necesario”.
El regreso a las aulas es paulatino y voluntario: en dos semanas comenzará otro grupo de 230.000 estudiantes y los 390.000 restantes se presentarán a fin de mes. Los colegios privados también quedaron habilitados para comenzar de acuerdo con su propio cronograma.
La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) difundió un protocolo de prevención sanitario que establece ingresos con horarios escalonados, ventilación, lavado de manos, utilización de alcohol en gel y desinfección de los materiales y aparatos de uso común.
El tapabocas es obligatorio para los estudiantes de enseñanza media y voluntario para los escolares y preescolares. Durante la práctica de deportes y recreos se buscará mantener la distancia física.
En Uruguay ningún niño menor de cinco años se ha contagiado. Los “efectos positivos del cierre escolar son por lo menos discutibles. Pero los efectos negativos son indiscutibles”, señaló el profesor Henry Cohen, ex presidente de la Academia de Medicina uruguaya y también miembro del Comité.
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