Unicef condenó hoy el reclutamiento de niños por parte de los grupos armados después de que el Gobierno de Burkina Faso dijera ayer que la mayoría de los atacantes de la peor masacre del país africano, que causó al menos 160 muertos a principios de junio, eran niños.
«Condenamos enérgicamente el reclutamiento de niños y adolescentes por parte de grupos armados no estatales, ya que se trata de una grave violación de sus derechos fundamentales», declaró en un comunicado la representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Burkina Faso, Sandra Lattouf.
Este miércoles, el portavoz del Gobierno y ministro de Comunicación burkinés, Ousseni Tamboura, declaró a la prensa que «los interrogatorios en Uagadugú (la capital) pudieron revelar que la mayoría de los asaltantes eran niños cuya edad oscila entre los 12 y los 14 años».
Además, añadió Tamboura, mujeres desempeñaron el papel de señalar los objetivos a los atacantes.
La matanza tuvo lugar en la localidad de Solhan, en la región norteña del Sahel, la noche del 4 al 5 de junio y la cifra oficial de fallecidos es de 132, pero un oficial del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas burkinesas aseguró a Efe, bajo petición de anonimato, que hubo al menos 160 muertos.
Más de 3.300 personas huyeron de Solhan tras el ataque, entre ellas más de 2.000 niños y más de 500 mujeres, según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
El ataque no fue reivindicado pero, según el portavoz del Gobierno burkinés, el autor de la masacre fue un grupo afiliado al Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM, por sus siglas en árabe), pro Al Qaeda y el más grande del Sahel.
En los últimos meses, los ataques y violaciones de derechos humanos contra la población civil han aumentado considerablemente en Burkina Faso, con 152 muertes de civiles entre marzo y mayo y 178 civiles, incluidos niños, sólo en el mes de junio, indicó Unicef.
Burkina Faso padece la lacra del yihadismo desde abril de 2015, cuando miembros de un grupo afiliado a Al Qaeda secuestraron a un guardia de seguridad rumano en una mina de manganeso en Tambao, en el norte del país, que sigue desaparecido.
La región más afectada por la inseguridad es la del Sahel, situada en el norte y que comparte frontera con Mali y Níger, aunque también se ha expandido a provincias limítrofes, como la región Centro-Norte, y al este del país.
Los actos terroristas suelen atribuirse al grupo local burkinés Ansarul Islam, al JNIM y al Estado Islámico en el Gran Sahara (EIGS), que atacan también en los vecinos Mali y Níger.
La violencia en Burkina Faso ha ocasionado una crisis humanitaria sin precedentes en la que más de 1,2 millones de personas han huido forzosamente de sus hogares desde 2019 -cuando los desplazados internos se cifraban en más de 136.000-, de los cuales el 61 % son niños, según Unicef.
Además, actualmente más de 300.000 niños se ven privados de educación debido al cierre de 2.244 escuelas, que representan el 10 % de los colegios del país. EFE
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