Mientras hombres armados mataban a madres y recién nacidos en una maternidad en Kabul el martes, un grupo de mujeres embarazadas logró esconderse. Una de ellas estaba a punto de dar a luz a una niña.
«La madre sufría, pero trataba de no hacer ruido», contó a la AFP una partera que participó en el nacimiento, que requirió el anonimato.
«Incluso metió el dedo en la boca de la recién nacida para evitar que llorara», añadió, durante una conversación telefónica el viernes, con la voz aún temblorosa, tres días después del incidente.
Veinticuatro personas, entre ellas recién nacidos, madres y enfermeras, murieron en el ataque contra la unidad de atención de la madre del hospital de Dasht-e-Barchi, situado en una zona al oeste de Kabul, donde viven muchos miembros de la minoría chiita Hazara.
Hombres armados, disfrazados de miembros de las fuerzas de seguridad, asaltaron el hospital «con el fin de matar a madres a sangre fría», según la oenegé Médicos Sin Fronteras, que gestiona la maternidad.
«Entraron en las habitaciones y dispararon a las mujeres que estaban en sus camas. De manera metódica. Las paredes estaban llenas de agujeros de bala, había sangre en el suelo de las habitaciones», prosiguió MSF, citando a Frédéric Bonnot, responsable de los programas de la oenegé en Afganistán.
En el momento del ataque, que duró cuatro horas, había 26 madres hospitalizadas. Once de ellas murieron, tres de las cuales estaban a punto de dar a luz en la sala de partos. Cinco resultaron heridas.
Después de escuchar la alarma, la partera se refugió con 10 de las madres en una «habitación segura», un tipo de sala especialmente diseñada para proteger a sus ocupantes en caso de disparos y explosiones.
– Cortar el cordón umbilical con la mano –
Las mujeres podían oír los disparos mientras los atacantes iban de habitación en habitación en busca de nuevas víctimas.
Una de ellas comenzó a dar a luz.
«La ayudamos con las manos desnudas, no teníamos nada más que papel higiénico y nuestros pañuelos», explicó la partera.
«Cuando el bebé nació, cortamos el cordón umbilical con las manos. Envolvimos al bebé y a la madre en los pañuelos que teníamos en la cabeza», continuó.
Mientras las mujeres, aterrorizadas, trataban de mantener la calma, los asaltantes les pedían que abrieran la puerta.
«Pero sabíamos que no eran (miembros de las fuerzas de seguridad)», agregó.
Más tarde, las fuerzas afganas mataron a los tres atacantes.
Después del ataque, 18 niños fueron trasladados a otro hospital para recibir tratamiento, algunos de los cuales fueron evacuados del lugar en brazos de los soldados.
El ataque no fue reivindicado, pero Estados Unidos atribuye la responsabilidad a los yihadistas del grupo Estado Islámico, que multiplican los atentados en la capital afgana, a menudo contra las minorías religiosas.
Éste se produjo en un contexto complejo en Afganistán, que tiene que hacer frente al recrudecimiento de la ofensiva de los talibanes contra las fuerzas gubernamentales y a la propagación del coronavirus.
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